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— Todo está bien— respondió Johnny, con una sonrisa en su rostro. El teléfono sobre su oído y un cigarrillo entre sus dedos — La boda fue tranquila, pero hermosa. 

Me alegra mucho escuchar eso, John. Oh, me tengo que ir, mándale saludos a tu padre de mi parte y felicitaciones. Hablamos luego. Te quiero, hijo

— También te quiero, mamá— el sonido de la llamada finalizada lo empujó a guardar el teléfono. 

Casi como si fuera una cosa hecha por el destino, vio a la pequeña figura salir del imponente edificio. Entonces se paró y sacudió su mano. El viento de otoño sacudía su cabello, pero no hacía demasiado frío. A medida que se iba acercando, su sonrisa se iba acrecentando. 

TaeIl parecía estar cubierto por un manto de brillo, así que no necesitaban ni palabras. Él sabía que le habían aceptado la apelación del caso de su padre. Así que abrió sus brazos y se aproximó con toda la intención de besarlo, sí, como en las películas. 

— No voy a dejar que me beses así— espetó TaeIl, aunque con una sonrisa suave en su rostro, mantenía un dedo acusador levantado. Sabía que no le gustaba que fumara, pero era un hábito que se le pegó en algún momento.   

— ¡Pero, hyuuuung!— intentó hacer una voz con aegyo. El mayor lo miró con sus labios apretados, intentando no reírse. Johnny sabía que daba pena. 

— Eso perdió su encanto hace años— finalizó TaeIl, haciéndole una seña para que lo siguiera en su andar.

— Qué triste— fingió dramatismo.— Ya no me amas.  

— No, no lo hago— siguió caminando por las atestadas calles de Seúl. Siendo seguido muy de cerca por el chico alto. 

— Uh, casi te creo. Pero entonces recordé que es imposible. 

TaeIl quería borrarle esa sonrisa confiada de un golpazo con su maletín. Pero no, terminó contagiándose de aquella sonrisa. Caminaron el uno al lado del otro, hasta que llegaron al departamento del mayor. Johnny insistió durante todo el camino que debían celebrar con los chicos que había podido conseguir la apelación, pero el mayor parecía bastante reacio a la idea de invitar a los muchachos entre semana a una reunión que todos sabían cómo terminaría. Sip, con DongYoung ebrio bailando una canción de Wonder Girls. 

Pero, un par de horas más tarde, se encontraron a sí mismos en medio de un karaoke y Johnny no sabía muy bien cómo es que Why so lonely? había pasado a convertirse en una canción trot en algún punto de la noche. Pero ya llevaba riéndose como veinte minutos de un DongYoung muy ebrio al que se le había dado por explotar su lado artístico. 

Un par de años atrás había dejado Estados Unidos sin muchos amigos realmente cercanos, sin muchos recuerdos preciosos que atesorar y con una familia que pendía de un hilo (solo que él no lo sabía, por supuesto). Además, ni siquiera podía definirse a sí mismo sin tener temor de trazar bordes donde nadie más los trazaba. 

Cuando llegó a Corea, conoció gente, vivió muchas cosas. Algunas buenas, otras malas; pero estaba allí, en el último año de su carrera, sentado al lado del gran amor de su vida. Aunque cuando se lo decía a TaeIl, él insistía en que lo decía porque era joven aún. Pero Johnny sabía que en el fondo también lo creía, solo que no podía decirlo. 

Sin embargo, aunque no fuera consciente de ello, TaeIl le había dado algo que se quedaría con él incluso si las cosas entre ambos terminaban o si la vida los llevaba por caminos separados. Podría haber estado muy seguro de lo que era él solo, pero probarse a sí mismo que podía que podía compartir todo su mundo con alguien más y que lo aceptara tan cuál era; seguramente habría sido una inseguridad que lo hubiera acompañado silenciosamente por mucho tiempo si no hubiera aparecido él. 

Su familia no estaba tal cual como llegó a Corea; su padre se había casado el día anterior con una mujer con la que no se llevaba muy bien y su madre estaba saliendo con otro hombre al otro lado del mundo. Pero, de algún modo, no se sentía ni perdido ni solo. Estaba bien con ellos estando bien. Y, oficialmente ahora tenía un hermano pequeño

— ¿En qué es lo que tanto estás pensando?— preguntó YoonOh. 

Miró al muchacho, su rostro parecía ser el mismo del chico de dieciséis años que lo ayudó a ubicarse en el mundo. Sonrió ligeramente. 

— Estaba pensando sobre la vida en general, como el destino es bastante curioso, ¿no lo crees? 

— Cuando bebes te pones filosófico— bufó.  

— Siempre estoy así, solo que no lo digo— YoonOh rodó los ojos ante sus palabras.  

— ¿Están hablando de mí?— preguntó Ten, divertido.  

— Eso es lo único que hacemos cuando no estás— respondió YoungHo en el mismo tono.  

— John se puso melancólico y seguro está pensando en cómo nos conocimos y así, como hace cada año— el aludido le dedicó una mala mirada y YoonOh sonrió.  

  — Venga, ¿ya te diste cuenta que somos lo mejor que te ha pasado en la vida?— Ten colgó su brazo alrededor de sus hombros y Johnny asintió, pasando un brazo por su espalda. 

— No sé que hubiera hecho sin ustedes, chicos— TaeYong dio un brinco en su sitio cuando YoonOh le dio un puntapié para que se acercara a ellos.  

Así, los cuatro se amontonaron en el pequeño sofá en el que originalmente sólo estaban dos personas. Aunque apenas entraban todos juntos y terminaron empujando a Chittaphon al piso y nuevamente, un poco ebrios, comenzaron a reír incluso si el extranjero los maldijo en su idioma natal. 

Probablemente Chittaphon estaba bromeando, pero Johnny no lo hacía. Más allá de cualquier otra cosa, agradecía tenerlos a ellos en su vida. Incluso si TaeYong había vuelvo y había regresado siendo la mejor versión de sí mismo, lo importante no era el tiempo que estuvieron alejados, si no todas esas cosas que le enseñaron sin pretenderlo. 

John Seo, el chico que se preguntó si era culpa de un labial de brillitos que no le gustara el beso que le dio a una niña en la secundaria. Tiene un grupo de amigos genial, un hermanastro al cuál molesta cada vez que puede y un novio que detesta que fume (pero lo besa igual) y está orgulloso y feliz de ser asexual. 


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NO SÉ COMO TERMINAR HISTORIAS. Nunca lo he sabido, perdón por tan poco

Sentí que no debía alargar más la historia, pues esto se trataba de Johnny lidiando con su sexualidad y, teniendo todo ese aspecto resuelto, pues me habría ido de eje. Sin embargo, espero que les haya gustado esto y agradezco mucho cada comentario, estrellita y leída que le han dado a ésta historia. 

También espero que apoyen "Se mira y no se toca" que es una historia paralela a ésta y trata temas similares. Y bueno, aún me falta escribir algunos one-shots que se me ocurrieron a lo largo de la historia sobre los otros personajes. 

Pero bueno, muchas gracias por todo, los amo <3. Ah, re sentimental se ponía. 

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