doce

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—KIM TAEHYUNG—

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KIM TAEHYUNG

Caminé apresuradamente por los pasillos de la gran empresa de la que mi padre era propietario, era molesto tener que venir cada semana hasta su oficina para hablar exactamente del mismo tema de siempre: Mi gran entrada al mundo de los negocios. No me malinterpreten, adoraba la idea de al fin trabajar aquí, adoraba la empresa, mi abuelo era el fundador y creador de ella y sabía perfectamente el esfuerzo que había puesto durante todos estos años para hacerla llegar hasta donde ahora se encuentra, pero mi padre era un idiota haciéndose cargo de todo. Era un presidente de lo peor y aunque mi abuelo no estuvo de acuerdo en cederle el cargo de presidente por ello, tuvo que hacerlo debido al problema de vista tan avanzado que tenía, el cual ya no le permitía trabajar como era debido.

La única condición que mi abuelo había puesto para cederle este lugar a mi padre, era que a la edad de veinte años, la empresa pasaría a mi nombre, ascendiéndome como presidente de ella. ¿Increíble? Claro, ¿A quién no le gustaría hacerse dueño de una empresa multimillonaria a la edad de veinte años de la noche a la mañana? El problema era que mi papá jamás permitió que me involucrara demasiado con su preciada empresa, estaba en constante competición conmigo porque por nada del mundo quería soltar su puesto y ser rebajado a vicepresidente. Estúpido.

Sólo tenía permitido venir un día a la semana y exclusivamente a trabajar en su oficina, sin involucrarme demasiado con los empleados y todo el entorno. Estaba esforzándose por complicarme la vida al siempre hablarme sobre mierdas al azar para obligarme a renunciar a la empresa, incluso para hacerlo era patético pues jamás provocó más que un dolor de cabeza en mí. Incluso cuando había obligado a los empleados a ni siquiera saludarme, demostraba ser tan infantil, ¿Pueden imaginar lo idiota que eso lo hacía ver? No puedo creer que sea realmente mi padre.

Cuando llegué a su oficina, toqué la puerta con fuerza para hacerle saber que había llegado. Su secretaria jamás estaba en su puesto de trabajo por lo que incluso tuve que contestar sus llamadas en algunas ocasiones, ¿Por qué no la despedían? Oh, ya deberían sospecharlo.

— Adelante TaeHyung —abrí la puerta y pude ver como su secretaria seguía bajando su falda avergonzada mientras mi padre arreglaba su corbata mientras encendía el aire acondicionado, esta vez no había olor a tabaco que disimulara un poco el asqueroso olor—, más tarde firmaremos esto, por mientras ve a tu lugar de trabajo. —asintió y con toda la calma del mundo, tomó papel por papel del escritorio de mi padre mientras seguía coqueteando con él. Disgustado por su cinismo, alcé la voz.

— ¡Ahora! —como pudo tomó todo a la vez y salió rápidamente de la oficina, tropezándose en el proceso— No puedo creer lo cínica que es, ¿De verdad te gustan esa clase de mujeres? Ah claro, la basura siempre se junta con la basura. —me burlé, mi padre azotó la mano contra su escritorio, queriendo imponer respeto.

— ¡No te atrevas a hablarle de esa manera a tu padre, compórtate!

— ¿Respeto? —reí y me senté lejos de él en el pequeño sofá que se encontraba ahí— No respetas tu propio matrimonio, tu propia empresa, tus propios empleados ni a ti mismo. ¿De verdad me vienes a hablar de eso? Mejor dime lo que siempre dices, anda. Hoy tengo muchas cosas que hacer.

Heart Attack; kth [book #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora