Sucesos inesperados

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Unas de las cosas que aprendías en el bajo mundo era que lo inesperado puede suceder. Partamos que había gente que podía utilizar atributos relacionados al clima en forma de llamas, había gente que había sufrido maldiciones y vivido por muchos años con cuerpos de bebes, habían pequeñas cajas de las cuales se podía obtener un montón de armas y además de una mascota relacionada con el atributo de tu llama.

Lo inesperado era algo común en este mundo, y si no eras capaz de aceptarlo te iba a ir muy mal.

Ese día la joven candidata a capo de la famiglia, una omega llamada Tsunayoshi D'Vongola , estaba visitando lo que eran los laboratorios privados de la familia; puntualmente el ultimo experimento que su grupo de científicos intentaba desarrollar, la verdad era que ni ella sabía que era lo que era, así que en una visita a pedido de los científicos, fue a los laboratorios acompañada de tres de sus guardianes.

Las cosas transcurrieron con normalidad hasta que de pronto, lo inesperado corrió.

Al parecer ellos estaban experimentando con nuevas formas de cajas armas, puntualmente en mejorar la versatilidad de crear una misma caja para más de un tipo de llama, así que mientras el experimento era llevado a cabo la híper intuición de la joven se activó, desgraciadamente solo le dio unos segundos para poder alejar a sus guardianes antes de la explosión de energía fuera directamente hacia ellos.

-¡Decima!-grito la mano derecha de la joven, su guardián de la tormenta

Entre medio del caos, la nube de color violeta fue desapareciendo dejando ver para incredulidad de los guardianes a una pequeña niña de cabello castaño. Estaba sentada en el piso, sobándose su cabeza que le dolía a causa de un golpe, usando unos pequeños jeans y una chaqueta de color verde militar y unas zapatillas naranjas, su largo cabello estaba peinado en dos pequeñas coletas bajas que enmarcaban un rostro redondo y dos grandes ojos color chocolate, el típico rostro que tendría todo pequeño cachorro.

Sin embargo nadie logro decir algo o siquiera moverse cuando una masa de color morado corrió en dirección de la niña y rápidamente la sujeto entre sus fauces para salir huyendo a través de un agujero que se había formado en la pared.

Todo a vista y paciencia de los miembros de la Vongola.

-¿Esa... esa niña era la Décima?-pregunto incrédulo la tormenta

-Y esa cosa se la acaba de llevar-respondió el guardián del Rayo.

-Será mejor que comienzan con la búsqueda antes de que Reborn se enteré que perdieron a Tsunayoshi-dijo el científico de peinado en forma de fresa, Verde.

Un escalofrío les recorrió a todos al pensar que el hitman llegaría al día siguiente a la mansión.

La pequeña Tsuna no entendía nada, estaba en tal grado de shock de que apenas se percató que lo que sea que la estaba llevando en sus fauces corría a gran velocidad y cada vez más lejos de donde habían estado. Al final cuando la cosa la soltó de golpe en el suelo fue que salió del shock, sin embargo solo fue para ver como esa cosa explotaba liberando la energía que tenía acumulada, al estar tan cerca de ella la fuerza expansiva la empujo contra un árbol dejándola atontada un vez más, así que no fue capaz de notar que mientras la cosa desaparecía un pequeño león naranja surgía de la caja arma que traía consigo, evitando que la niña se dañara más estando en ese estado.

El pequeño león, Natsu, miró preocupado a la niña en cuestión, estaban solos los dos, en alguna parte del bosque sin saber cómo regresar a casa o cómo contactarse con alguno de los inútiles de los guardianes, porque...

¿CÓMO CARAJOS PERMITÍAN QUE SU CIELO TERMINARA TAN LEJOS DE CASA?

Podía entender ahora al hitman de sonrisa sádica cuando hablaba de los demás guardianes. Se acercó a la niña y con suaves lamidas en su cara logró sacarla de su estado de aturdimiento, ella lo miró fijamente con sus grandes ojos achocolatado y al contrario de cualquier otro niño que hubiera saltado al ver a un león con melena de fuego, ella acerco sus pequeñas manos y comenzó a rascar detrás de las orejas del pequeño.

Una sensación curiosa era lo que sentía cuando vio al león, algo en ella le decía que podía confiar plenamente en ese animal, que ambos eran parte de un todo y donde fuera que ella estuviera, el león la acompañaría.

-Mi nombre es Tsuna, ¿Cómo te llamas?-dijo mientras el león se entregaba a los mimos que su compañera le hacia.

-¡Gao!-respondió entre sus ronroneo.

-Natsu-tradujo la menor-bueno natsu, ¿sabes dónde....

La menor no logró terminar su pregunta cuando el graznido de un ave la asusto, el león rápidamente miró a su alrededor buscando aquello que la había asustado, luego de unos segundos pudo observar que una familia de cuervos miraba a ambas criaturas curiosas y era que no todos los días veías a una cachorra de humana y de león solos en medio del bosque, sobre todo cuando estaba cayendo la noche. Unos de los cuervos volvió a graznar, preguntándole al león sobre él porque estaban ambos ahí, sin embargo antes de que pudiera responder la niña lo sujeto  más cerca de su pecho ocultando su carita en su pelaje mientras intentaba inútilmente esconderse de ese ruido que le daba miedo.

-Tengo miedo-dijo la pequeña al borde de las lágrimas- quiero a mi papá.

En alguna parte del mundo, un alfa de patillas rizadas miraba por la ventana de la limusina mientras se dirigía al aeropuerto y luego a la mansión de la familia Vongola, frente a él, una chica de cabellos morados revisaba los documentos sobre su última misión, asegurándose de que todo estuviera en orden y así que su jefa no invirtiera mayor tiempo en revisar los documentos antes de firmarlos. Desde hacía un tiempo había tomado a la joven en cuestión como su ayudante, para que aprendiera a manejar las misiones más peligrosas e importantes con la mejor discreción y eficacia posible, claro, eso solo lo podía aprender al observar al mejor hitman del mundo hacer su trabajo.

La calma, paciencia y preocupación por el detalle que tenía al hacer las cosas la habían convertido en la candidata ideal para aprender a llevar este tipo de misiones, y Tsuna no se había equivocado, Reborn al principio dudo de la idea de su Dame-alumna, pero ahora debía darle crédito, de haber sido otro de sus guardianes de seguro lo hubiera enviado a la primera en una caja por correo, así que era solo cuestión de tiempo y experiencia para que la joven niebla pudiera liderar sola ese tipo de misiones que, hasta el momento, solo las podía realizar él.

Mientras pensaba todo aquello, la sensación de que algo no estaba bien se instaló en el pecho del hombre, no era molesta al nivel de cuestionarse si era algún problema de salud, era molesta en otro sentido; como si su alfa interno supiera que su Dame-hija le estuviera llamando asustada desde alguna parte del mundo.

La pequeña Decima VongolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora