Sean y Elena estaban a primera hora de la mañana del día siguiente, en el departamento de Jordan. Y lo intenté, lo juro. Intenté levantarme de la cama y seguir con mi día como si no hubiera pasado nada, pero no pude. Así que solo me deje vencer.
Jordan vino a mi habitación para preguntarme si estaba mal, o si me dolía algo, para que pueda mandar a alguien a comprarme un medicamente. Pero lamentablemente, aun no existían medicamentos para los corazones rotos.
Me la pasé recostada en la cama, una de las señoras de servicio me trajo a mi habitación una bandeja con comida del desayuno, pero yo simplemente no tenía ganas de comer.
—No puedo creer que estés así por ese idiota—dice Thom, entrando a mi habitación y cerrándola de un gran portazo.
— ¿Thom? ¿Qué haces aquí?—le preguntó sobre sentándome en la cama.
—Jordan me llamó, cree que estas mal. Y no se equivoca. ¿Qué hizo esta vez?
Quería aguantarme todas las lágrimas que había contenido desde que llegué al departamento, pero no pude lograrlo más y simplemente las deje ir.
—Obtuve su respuesta al fin. Él ya no quiere más esto, Thom.
Thom se acerca a mi cama, se sienta a mi costado, y me recoge en sus brazos, me estrecha contra él, mientras derramó varias lágrimas sobre su hombro.
— ¿Por qué estoy aquí, mientras puedo ir a romperle la cara a ese inútil?—pregunta.
—Porque te necesito. —le respondo.
—Y es por eso que estoy aquí, contigo.
— ¿Sabes que es la peor parte? Que técnicamente, yo fui la que causé todo esto. Porque, demonios, él quería casarse conmigo. Y yo lo dañé diciéndole que no, le rompí el corazón. Y aquí estoy yo ahora, con el corazón roto. Supongo que me lo merezco.
—No digas eso, ¿de acuerdo? Tú sabes perfectamente cuál fue la razón por la que le dijiste que no. Los dos hubieran sido infelices, ángel. Tanto como si tu viajabas a Washington a estudiar algo que no querías, y tanto como si él se hubiera quedado aquí. Y los dos lo saben, él también, muy en el fondo.
—Estoy cansada de pelear por esto. —le digo. —Le prometí no rendirme, pero, siento que cada vez que lo intenté más duro mi corazón va a terminar más lastimado. El karma es una perra.
—Eso no es karma, ___________. Eso es el idiota de tu ex novio.
—Le rompí el corazón, Thom,…
— ¿Y? ¿Eso le da derecho de romper el tuyo cuantas veces le plazca? Porque si es así, déjame decirte que él no te ama.
Me quedó recostada encima de sus piernas por dos largas horas. Dos horas enteras las que me pasé llorando.
— ¿Qué vas a hacer?—pregunta Thom.
—Acabar con esto. Yo he acabado con esto. —le digo.
Su celular sonó, Thom le dio una revisada pero lo volvió a guardar en su bolsillo nuevamente.
— ¿Quién era?—preguntó, curiosa, por la sonrisa que había aparecido en sus labios.
—France. Me iba a mostrar su colección de dibujos, hoy, le acabo de cancelar.
—Voy a estar bien, Thom, te lo juro. Puedes ir con ella.
—Entonces, supongo que voy a poderle dar el alcance a France después de todo.
—Ustedes dos han estado muy juntos estos últimos días, no será que…
—Somos amigos, me va a mostrar sus dibujos hoy, solo eso.
—¿Amigos? ¿Amigos, Thom? ¿En serio?
Thom nunca admitiría que veía a France como algo más ni en mil años. Él guardaba y aseguraba tanto su corazón, para evitar que alguien se lo rompiese. Y si entre él y France pasaba algo, ambos serían las personas más afortunadas. Ya que France era una chica genial, y con un noble corazón.
Y Thom, era Thom. La persona con el mejor corazón que he conocido.
—¿Por qué no me enamoré de ti?—preguntó recostando mi cabeza en su hombro.
—Eso solo nos hubiera lastimado, ángel, a ambos.
—¿Por qué?
—Porque desde que te conocí, tu corazón ya tenía dueño. Tratar de apoderarme de él a la mala manera, solo le hubiera dañado más el camino y ni hablar del mío.
Y tenía tanta razón.
Porque si hubiéramos intentado algo que al final terminase mal, lo hubiera perdido como amigo también, y lo necesitaba mucho en mi vida. Porque en solo un año, se había vuelto indispensable para mí.
—Te amo, Thom. Estoy tan feliz de que estés conmigo.
—Te amo también, ángel.—deposita un suave beso en mi sien