Pasamos una semana de encanto en Paris.
Y no exagero, realmente lo fue.
Aunque claro, Jordan casi asesina a Justin cuando se entero en donde estaba, y Justin me confeso que quien lo había ayudado a planear todo esto fue Thom. Sin él, él no hubiera podido obtener todos mis documentos como mi pasaporte y documento de identidad. Tenía que agradecerle después por eso a Thom.
Después de varias llamadas, algunas llenas de enojo como la de Jordan, y otras llenas de emoción de France, pudimos disfrutar de nuestra semana.
Nuestra, solo nuestra. Y solos.
Justin me mostró cada pequeño rincón de Paris, y yo disfruté cada segundo que pasaba aquí. Nos quedamos en un hotel elegante cerca al centro, y caminamos mucho a los lugares que íbamos.
Tenerlo a él conmigo era la mejor parte de esto. Lo extrañaba mucho, y no podía estar más feliz.
En un restaurante donde fuimos a cenar una noche, el camarero empezó a coquetear conmigo. Y bueno…los celos rápidamente invadieron a Justin, quien con mucho disimulo por supuesto, tomó mi mano y la colocó por encima de la mesa, antes de decir un: “Nena, ¿no crees que deberíamos preguntarle al camarero si le gusta tu anillo de compromiso? Ya que, por supuesto que te vas a casar conmigo en muy poco tiempo”. El mesero obviamente, huyó avergonzado. No lo culpaba.
Desafortunadamente, la semana pasó más rápido de lo que quería. Y era hora de regresar a Nueva York.
Justin y yo aún no habíamos hablado de muchas cosas.
Como por ejemplo de que estábamos planeando ambos cuando regresemos. Él tenía un camino muy diferente al mío, la temporada ya había acabado, y él tendría que regresar de vuelta a Washington, y yo tendría que quedarme en Nueva York para poder terminar la universidad y graduarme.
Tampoco sobre los planes de la boda. Por la cual estaba tan emocionada como nerviosa.
Subimos al avión al medio día, y nadie puede quitarme la sonrisa que tengo en los labios en estos momentos.
— ¿Estas feliz?—pregunta, dándole un apretón a mi mano.
— ¿Cómo no? Ha sido una semana perfecta, Justin. Gracias por todo—le digo.
—Opino lo mismo. Ha sido perfecta para mí también. La única mujer a la que amo en el mundo, acepto casarse conmigo, ¿no es eso genial?—comentó muy orgulloso, y yo estaba feliz de que él estuviera feliz con todo esto.
—Ella es muy afortunada—digo, acercándome más a él.
—Oh, por el contrario. No tengo idea que he hecho para merecer que una persona tan especial como ella, me ame. Pero créeme, que nunca la voy a dejar ir. Nunca—susurra la última parte en mi oído.
Recuestó mi cabeza en su pecho, nada incomodada por los asientos del avión.
Y no quiero estar en otro lugar en el mundo. Solo con él.
{…}
El viaje termina siendo más largo cuando no duermes en él, pero pasé un buen rato observando a Justin dormir, con sus brazos encima de mí.
—Damas y caballeros, estamos a punto de aterrizar en la ciudad de Washington DC, capital de los Estados Unidos de…
Abro lo ojos como platos totalmente confundida y sorprendida. Justin había dicho que estábamos regresando a Nueva York. Empiezo a sacudir su cuerpo, y se despierta totalmente desconcertado.
— ¿Por qué estamos aterrizando en Washington?—preguntó.
— ¿Qué? No, estamos yendo a Nueva York.
