Año Nuevo

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Al igual que en la noche de navidad, el personal de la discoteca estaba trabajando desde la mañana para poder atender de la mejor manera a su público. Todos vestidos bien elegantes, para hacer del festejo la noche más glamorosa de la ciudad.

Bruno se encontraba en su camarín, preparándose para realizar una actuación que llevaba semanas practicando. Tenía preparado un tributo a su artista favorita y colgando en la pared había un hermoso vestido brillante que realzaría la figura de Serena Lagerfeld. Cada cierto rato y cuando les quedaba un tiempo libre, Boris y Julián se acercaban para ver cómo se preparaba Bruno para su espectáculo. Todos estaban expectantes y el movimiento en el recinto comenzaba a notarse. Muchas personas tenían reservas para esperar la llegada del nuevo año, en la fiesta llamada "Colors New Year", para la cual era requisito asistir en tenida formal.

―Te ves hermoso, mi amorcito ―halagó Julián a su novio, afuera del vestidor de Bruno.

―Y tú te ves muy rico. ―Boris le acomodaba el corbatín―. ¡Cuidado con los hombres que te miran mucho! ―advirtió, acercándose para besarlo.

―Te amo tanto, cosita hermosa. ―Julián lo tenía tomado por la cintura―. Me tienes loquito por ti ―susurró, casi sin separar sus labios en un cálido beso.

―¡Hey, los enamorados! ―requirió Koka, que apareció por el pasillo, apresurada―. ¡A sus puestos, que el barman necesita apoyo! ―apremió, mientras tocaba la puerta del vestidor―. Después siguen el romance, mis nenes lindos ―propuso, al tiempo que la pareja se separó para ir en ayuda de su compañero.

―¡Entendido, jefa! ―respondieron al unísono y se fueron riendo por el pasillo.

En la barra estaba Paolo, sirviendo los tragos que le solicitaban. Las personas estaban amontonadas para poder pedir sus cocteles y los muchachos llegaron justo a tiempo, para poder ayudarle con lo que parecía una batalla por conseguir una copa de alcohol. Por todos lados había alboroto, la música sonaba fuerte y, en la pista de baile, algunas parejas ya estaban en movimiento.

―¡Hey, tú... cosita! ―llamó un hombre joven a Julián, en la barra―. ¡Dame un vodka frambuesa, por favor! ―pidió, aumentando la voz para ser escuchado entre el ruido del lugar.

Boris, que estaba al lado, se dio cuenta y sintió esa punzada en el pecho que provocan los celos

―¡Lindo, lo quiero con mucho hielo! ―aclaró el hombre en tono insinuante, viendo al joven como si lo desnudara con los ojos.

―¡Muy bien! ―Julián se acercó con el trago listo y una sonrisa en su rostro, dejando el vaso justo frente al hombre―. ¡Con mucho hielo, como lo pidió! ―Le hizo un gesto, levantando el pulgar.

―¡Qué bueno que hay chicos guapos atendiendo! ―insistió el hombre, guiñando un ojo―. ¿Cómo te llamas, bomboncito? ―inclinó su cuerpo sobre la barra, para acercarse a Julián que parecía sorprendido.

Más allá, su novio servía unos tragos, mirando de reojo y con los ojos encendidos en furia.

―¿Desea algo más, señor? ―preguntó Julián, tratando de ser amable con el cliente del local.

―¡Sí, papito, a ti! ―alcanzó a gritar el hombre con mirada lujuriosa, antes de verse tapado por un chorro de agua en la cara que lo hizo retroceder, empujando unas cuántas personas con él.

―¡Ay, disculpe, señor... no fue mi intención! ―se disculpó Boris, con una botella de soda en la mano, fingiendo que estaba dañada―. ¡Lo siento, creo que esto no funciona! ―Sonreía con satisfacción al ver que había espantado al hombre.

―¡Tú eres mío! ―advirtió a Julián, quien se reía mientras recibía otros pedidos.

―¡Gracias, me salvaste! ―alabó Julián, sirviendo unos cortos de tequila.

El Hijo del Pastor ©️ [ Disponible en físico  ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora