VI

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Capítulo dedicado a user68690811

¡IMPORTANTE!

¡Hola! ¿Cómo están? Se que no he actualizado, y les pido perdón por eso. Pero la razón fue que tuve un problema con mi teléfono. Les pido mil disculpas. Ahora si a leer el capítulo. ¡Los quiero! Y una vez más, gracias por leer mi historia, se los agradezco muchísimo.♡

Esperos sus votos y comentarios.
                                                              
                                                              Yo.☆

—¿Entonces?¿Tiene novia?

—Si, Diana. Caleb si tiene novia.

—Es tan guapo, creí que ustedes estaban en algo.

—Solo amigos, mamá.

—Oh, bueno, aún así creo que deberías darle una oportunidad.

—¡Mamá!

—De acuerdo, cariño, ya no molestaré.

—No molestas, solo que me has incomodado con tantas preguntas.

—Lo siento, Katy. Por cierto, ¿Has visitado a tu madre?

Solté una risa.

—Por poco y se me olvida que esa puta esta encerrada. Ire ahora mismo.

—No quiero que guardes rencor en tu corazón. No te hará bien. Lo que paso fue...

—Diana—. Hablé firme—. Sabes perfectamente que no esta permitido hablar del tema.

—Lo lamento.

—No, esta bien. Ya no importa. Ahora... Con permiso, ire a ver a mi madre.

Salí rápidamente de la habitación para después recostarme con la respiración agitada en la puerta.

Mire hacía todos lados tratando de evitar que alguien me viera.

Volví a mi postura y comence a caminar por los interminables pasillos hasta llegar a las escaleras.

Baje uno por uno los escalones hasta que por fin di con mi destino.

Uno de los guardias que estaban en los calabozos me extendió su mano luego de hacer una pequeña reverencia.

Con el sonido de mis tacones retumbando en el lugar, me encaminé hacía donde mi madre se encontraba. 

Sonreí  instintivamente al verla de aquel modo; sucia, perdida, hambrienta y miserable. Con la yema de los dedos golpee suavemente los barrotes para llamar su atención.

M miro suplicante, lo que queria ver.

—¿Qué tal tu estadía? ¿Esta acorde a tu nivel? ¿Tiene los suficientes lujos, Madre?-Solté una pequeña risotada.

—¿Qué demonios te sucede, Katherinne? Soy tu madre.

—¿Sabes? No pueded decir que eres mi madre si ni siquiera sabes que carajos significa serlo.

—Cierra la boca.

—Nadie va a darme órdenes, y menos una puta como tú. Tu obedeceras las mías.

—Solo has que me saquen ya de este maldito y asqueroso lugar.

—Uhmm, dejame pensarlo...—. Coloqué mi dedo índice en mi labio inferior en forma pensativa para después sonreír—. No, creo que no.

—No puedes set tan cruel, Katherinne. Estoy muerta de hambre, tengo demasiada sed.

—¿Si? Pues eso no te importo cuando yote lo pedí, te lo suplique, te implore que dejaras de golpearme, que me dieras agua, comida, que tuvieras piedad de mí. ¿Y sabes lo que pasó? Solo me golpeaste más y más, me golpeaste hasta verme sangrar.

—¿Porque eres asi? ¡No debes ser así!

—¡Tú me enseñaste a ser de esta forma! ¡No amar a nadie, no llorar, obedecer, ser una maldita sumisa! ¿¡Pero sabes qué!? ¡Ya no más! Elimimare a quién se entrometa en mi camino, así  mi primo, o seas tú. ¿Y sabes una cosa? Seguiré tu consejo, Madre. No sere débil, y ya no tendre misericordia.

—Hija, tienes que...

—No me llames hija, maldita bastarda.

—¡Hija, por favor! ¡Por favor!

—¡Guardias!

—¿Sí, su Majestad?

—Traigan el látigo con puntas de cuchillas que mi madre usaba en mí.

Una vez con el látigo en mano, me acerqué a ella lentamente.

—Encadenenla de manos y pies—. Miré el objeto en mi mano y mis ojos comenzarón a sentirse humedos y con ardor al recordar aquél día, solo tenía diez años cuando mi madre decidió llevarme al calabozo en el cual no se escucharán mis gritos tan solo por haber intentado salir al jardín.

"Mami, duele, mami". "Prometo no volver a hacerlo". "Lo siento, mami, lo siento mucho". Repetía una y otra vez, y ella siempre respondia lo mismo "Cierra la maldita boca, Katherinne".

Reaccione cuando sentí las lágrimas empapar mis mejillas. Las seque rapidamente con el dorso de mi mano y les pedí a los guardias que se retirarán.

—Katherinne, piensa en lo que estas haciendo, podrías realmente lastimarme.

—Eso es lo que intento—. Comencé a golpear una y otra vez sintiendo como las gotas de sangre salpicaban mis manos y mi cara escuchando los gritos y suplicas. De pronto alguien me tomo de los brazos y apreto mi mano para que soltara en látigo.

—Katy, escuchame, Katy. Debes...

—¡Sueltame, Alex! ¡Basta!

—Te ha dicho que la sueltes.

—¡Alejate de ella! ¡No des un maldito paso más!

—¿Qué tal si te alejas tú?

Alex me colocó tras él, y de un momento  a otro salió volando de un empujón hacía la pared.

Alguien sostuvo mi rostro suavemente acunandolo en sus manos.

—Cielito ¿Estas bien?

—¿Caleb?

—Shh, ya estoy aquí, cielo—. Me abrazó.

—Caleb, mis manos, mira mis manos. Yo... ¿Qué he hecho?

—No es tu culpa, Cariño—. Mi vista comenzó a nublarse y mi cuerpo se debilitó. Sentí a mis rodillas ya no poder soportar mi peso y me desvanecí en sus brazos.

—Llevame lejos de aquí, Caleb. Por favor, tebgo miedo.

—Tranquila, preciosa. No tengas miedo, nos iremos de aquí. Duerme, Cielito. Estarás bien—. Y eso fue lo último que dijo antes de escuchar algo desgarrarse y unos grandes, fuertes y sonoros aleteos para después, perder la conciencia viendo por último unos peculiares y preciosos ojos azules, luego, todo se volvió negro.

Reina De Cuervos I: Entre Dos Mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora