XV

322 29 1
                                    

—Despertó—. A lo lejos se podían escuchar distintas voces, sin embargo, no podía saber que decían o de quiénes provenían.

De pronto pude abrir los ojos, más de nada funcionó ya que—, aunque lo intentara—, no podía ver mas que figuras distorsionadas.

Mi vista nublada comenzó a mejorar gracias a las veces que abrí y cerré mis parpados.

Lo primero que mis ojos vieron fue a Sam, que—, cinco segundos más tarde—, fue tirado al suelo siendo reemplazado por un chico con unos bonitos ojos verdes.

—¿Estas bien, bonita?—. Preguntó Dylan.

—¿Dónde... Dónde está Alec?—. Su semblante cambió.

—Oh, él—. Soltó con un atisbo de molestia en sus ojos—. Está aquí.

—¿Te encuentras bien, amor?—. Preguntó el chico con la hermosa mirada avellana—. ¿Qué fue lo que...?—. No le di tiempo a terminar la pregunta cuando rápidamente lo tomé de los hombros empujandolo hacía mí asi poder abrazarlo.

Por unos segundos se quedó sorprendido, más no dudo en envolverme en sus calidos brazos formando un abrazo.

—Quiero ser lo primero veas al despertar—. Susurro lentamente a mi oído. No pude evitar que un suspiro risueño brotara de mis labios—. Dime, ¿Tú quieres que sea lo primero que veas al despertar, cariño?

Cariño.

En ese momento recorde lo que habia sucedido. Las imágenes vinieron a mi cabeza, el celular, el mensaje, el desmayo, todo.

Me sapare a toda velocidad de Alec, para después salir de la cama en la que estaba y caminar hacía el pasillo dejando confundidos a todos los presentes.

De pronto voces comenzaron a escucharse.

—Parece que todo funcionó—. Habló Alex—. Ya se ha olvidado de él. El idiota de Caleb ya no se acercará al castillo.

—Katherinne fue una real estúpida al creerse la escena del beso. Si tan sólo supiera que yo lo bese en cuanto ella llegó. Que niña idiota—. Esa voz era de mi madre, parecia que había vuelto de su viaje de negocios.

—Espera, Tía. Sabes que no me gusta que la insultes. Ella no es estúpida. Y quiero que sepas que si hice esto fue por su bien, no por tus intereses.

¿Qué?

¿Cómo demonios fueron tan fríos para hacer tal cosa.

Sin hacer ruido corrí por el pasillo hasta llegar al lugar donde sabia que podía encontrarlo.

Abrí el gigante portón que daba al lugar ya antes mencionado y comencé  a correr al bosque sin importarme que solo me encontraba con una simple camisa que no me cubría lo suficiente como debía hacerlo.

No me importaba si las rocas lastimaban mis pies descalzos, solo quería llegar a mi destino.

Las ramas de los árboles arañaban la camisa, pero seguía sin importarme.

De pronto visualice la cabaña.

Sonreí soltando un suspiró de cansancio.

Apresuradamente corrí una vez más y cuando por fin estuve en frente a la puerta, tome la perilla—, sin importarme tocar o no la puerta—, y entré.

Caleb—, que se encontraba sentado en el sofá leyendo—, levanto la mirada hacía mi y rápidamente se puso de pie.

Miré sus ojos azules; brillaban.

Los míos, al contrario, se llenaron de lágrimas.

Abrió la boca para decir algo, sin embargo, fui mas rápida.

Reina De Cuervos I: Entre Dos Mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora