IX Especial "Amor"

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—Vamos, Cielito. Dejame ir contigo, no quiero que vayas sola.

—Caleb, necesito un tiempo a solas, además, estaré bien. Es una casa bastante alejada por lo que sé.

—De acuerdo. Pero si sucede algo, la más mínima cosa, llamame.

—Lo haré, lo prometo—. Lo abracé y deje un beso en su mejilla para después subir a la parte trasera del auto mientras el chofer conducía sin decir palabra alguna.

Observaba los árboles por un pequeño ya que el auto iba demasiado rápido.

Una hora y media más tarde el auto y el chófer se fueron dejándome en frente de una gran casa en el bosque. Me parecía bastante familiar.

La miré extrañada para después entrar.

Al hacerlo me quedé maravillada, había una gigante escalera. Las paredes eran blancas y muebles antiguos.

Parecia muy lujosa.

Me gustaría vivir en un lugar como este. Alejada de las responsabilidades del castillo, lejos de mi madre, lejos de todo.

Me pregunto, ¿Cómo habría sido mi vida si no fuera de la realeza? ¿Si me madre no me odiara?

Suspiré y me dirigí a la cocina. Abrí la gigante nevera y tomé solo una manzana roja para después sentarme en las escaleras a leer.

Tiempo más tardé me encuentro en el sofá cuándo tocan la puerta.

Me levanto y encaminó hacia la entrada. Tomó el mango de la puerta y tiro de ella para encontrarme a un chico bastante alto con cabello negro y unos hermosos ojos color avellana muy familiares frente a mí.

—Hola. ¿Qué necesitas?-Hablé quedando maravillada por lo hermoso que era.

—Eres más hermosa de lo que creí.

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

—Oh, los habitantes de por aquí cerca hablaban de que una bella mujer se había mudado aquí. Y ahora lo estoy confirmando.

—Pues... Yo... Gracias. No me has dicho tu nombre aún.

—Alec. Alec Thomas. Es un gusto.

—Katherinne Mikelson—. Tomó mi mano y depósito un beso.

La segunda persona que me hace sonrojar en toda mi vida.

—Espera, ¿dijiste Mikelson?—. Asentí—. Oh, ya comprendo, sabía que tanta belleza debia venir de la realeza.

—No es para tanto, soy una chica como cualquier otra. ¿Puedes por favor olvidar lo de la realeza? No quiero que me trates de una manera diferente por ser...

—No eres como las demas chicas.

—Mira, si es por ser la reina yo...

—No es por eso.

—¿Entonces?

Sonrió dejando a la vista su perfecta dentadura.

Me miró a los ojos.

—Eres mas hermosa que cualquier otra chica en el planeta.

Iba a decir algo cuando me di cuenta de que no sabia que exactamente decir.

—Creo que... Debería irme.

—Adiós, Alec.

—Adiós, amor.

Cerré la puerta y subí las escaleras que me llevaron hacía la habitación.

Al entrar me encontré con un gran espejo, miré mi reflejo.

Katherinne, es hora.

No mami, por favor—. Suplique, sin embargo, me tomó fuertemente del brazo y me obligó a salir de la habitación.—. Mami, no quiero, me dolera, Mami. Por favor.

Las lágrimas empapaban mis mejillas, lloraba, gritaba e imploraba que no me llevará a ese lugar, pero parecía ignorarme.

Mami, no lo hagas, yo te quiero—. dije entre sollozos.

—Cállate, estúpida.

Una vez en el lugar, me encadenó y comenzo a golpearme.

¡Sólo tenia 9 años! ¡Realmente la quería, pero a ella no parecía importarle en lo mas mínimo!

Después de varios golpes siempre quedaba inconsciente por varias horas hasta que despertaba por el agua que tiraban en mi cuerpo.

Quedaba sin comer y sin agua por un día entero.

Y cuando me liberaban de ese lugar, recuerdo que iba corriendo a mi habitación y me miraba en el espejo.

Veía mi reflejo teniendo asco de mi misma. Odiaba cada parte de mí, en especial mis ojos.

Mi madre decia que eran los ojos del demonio.

Yo en ese entonces no comprendía las cosas, pero ahora se que mi madre jamás me ha querido. Me detesta mas que a nadie.

Cuándo reaccione vi el espejo roto frente a mí, los pedazos estaban por todo el suelo de madera.

Me horrorice al bajar la mirada y ver mis manos completamente teñidas de sangre.

Salí rápidamente de la habitación bajando las escaleras para después abrir la puerta y correr sin rumbo alguno.

Aún era de noche, no veía absolutamente nada. Pasaron minutos hasta que por fin pude visualizar un pequeño pero profundo lago con una hermosa cascada.

No sabía nadar muy bien, y no quería entrar en el agua, pero mi cuerpo parecía no hacerme caso.

Me sumergí lentamente hasta ya no poder respirar.

Mi corazón iba mas lento a cada segundo, podía escuchar los agonizantes latidos que pedían auxilio desesperadamente.

Mis brazos, mis piernas, todo mi cuerpo luchaba por salir, pero no podía.

El aire se escapaba de mis pulmones poco a poco mientras estos ardían demasiado como si se quemaran.

Sentía frío, no sabía si moriría por la hipotermia o por la falta de aire.

Sabía que iba a morir ahí.

Tal vez merecía morir.

Por lo que deje de luchar, me quede quieta mientras flotaba en el agua.

Pensando en Diana, Alex, mi madre y Caleb.

Caleb.

Ese nombre rondaba en mi cabeza mientras que el agua que había inhalado hacía los pulmones comenzó a bloquear el intercambio de gas en los delicados tejidos, al mismo tiempo la inhalación de agua sello y bloqueo las vías aéreas.

Luego de eso comencé a sentirme en calma y tranquilidad.

Mis ojos comenzaban a cerrarse y lo único que pensaba era en que Caleb jamás sabría que lo quiero.

Cuando mis ojos se cerraron, mi cuerpo dejo de moverse, mis manos cayeron y mis pulmones ya no pudieron más, me di cuenta de que ya no vería al cuervo otra vez.

Mi último aliento salió disparado como una burbuja en el agua.

"No cierres los ojos, amor."

Pero para ese entonces ya había dejado de respirar.

Reina De Cuervos I: Entre Dos Mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora