6. Detrás de la puerta.

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"A veces creo ser el personaje antagónico de una novela que se quedó a la deriva, flotando en el vacío, porque su autor se aburrió de escribir su historia y no la terminó. Es como si mi existencia se justificara porque aún cierta parte del escritor se acuerda de mí, pero que si algún día comenzara a olvidarme, iría desapareciendo inevitablemente, hasta dejar de ocupar espacio, convirtiéndome en humo.

Él no es así. Él es lo opuesto a mí.

Él va creando su camino a medida que avanza, no acepta imposiciones del resto, y es un sujeto práctico, sin dudas, solo acciones.

A él nadie lo creó. Surgió de su propia voluntad. Es protagonista de su propia vida, y el mismo se hace el guión.

A veces lo odio. A veces lo envidio. Otras veces no sé que haría sin él.

...

Desde mi infancia, siempre fue la voz de la razón, mientras ella era la voz de la emoción. ¿Y yo que era dentro de todo? Puro instinto.

No es que me importe, pero a veces es jodidamente frustrante ver como el resto es capaz de vivir, pensar y sentir cosas de las cuales, estoy incapacitado.

Porque mi vida es plana, sin mayores sobresaltos.

Quizás por eso insisto en comportarme como un verdadero cabrón. Quizás por eso insisto en ser desagradable y alejar a cualquiera que intente a acercarse a mi. ¿Qué dirían si supieran que mi vida carece de cualquier emoción? Probablemente, el mito que he creado se iría al demonio, y mi orgullo no me permite tal barbaridad.

Aunque ahora que lo pienso... tal vez, como soy un personaje a la deriva, me esfuerzo en reafirmar mi existencia a través de una mala fama. Quizás, mediante insultos trato que la gente me recuerde para no desaparecer y volverme humo.

Porque no quiero volverme humo. No quiero desaparecer.

No lo sé. Probablemente escribo en este diario para dejar constancia de que alguna vez existí, pero a la vez, odio tener que recurrir a hojas en blanco para poder ser algo.

Mierda".

.

Hermione cerró el libro y lo escondió dentro de su bolso, saboreando un particular gusto amargo en el paladar. Definitivamente no entendía a Draco Malfoy, mas aún cuando no tenía la menor idea de cual era la correlación de sus pensamientos, ya que ninguna de las hojas estaba fechada para poder guiarla. Sin embargo, no dudaba que terminaría su lectura hasta entenderlo, después de todo, se había convertido casi en un desafío desentrañar la esencia de su peor enemigo.

Respecto del trozo leído, ya sabía quien era "ella", y "él" podía imaginarse que era Theodore Nott. ¿Habrían más referencias hacia Nott? Probablemente, pero ahora no tenía tiempo de buscarlas. Iba atrasada a Herbología junto a los Hufflepuff.

Durante la clase con la profesora Sprout, dejó volar sus pensamientos en otras direcciones, sintiéndose algo confundida. ¿Ella sería personaje de una historia?  Y de serlo, ¿sería un protagonista o un personaje secundario? Giró su cabeza en cuarenta y cinco grados y fijó su mirada en la nuca de Harry.

Harry sin duda era un protagonista, con una gran historia por delante, una misión.

Estaba destinado -y ella lo creía fervientemente- a derrotar al mago más poderoso de todos los tiempos, pero entonces ¿qué eran Ron y ella? ¿sus comparsas?

La profesora anunció el término de la clase. Hermione tomó su bolso y se apresuró a salir junto a sus amigos, sin notar que éstos la observaban con el ceño fruncido de preocupación. Ella, sin quererlo, había cambiado su forma de actuar y ellos lo habían percibido de inmediato. Un aura rara la envolvía, y era tan evidente que hasta el pelirrojo, con su nula inteligencia emocional, pudo notarlo.

El Diario de una MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora