(Los hechos)

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La castaña caminaba tranquilamente por la calles de Queens, con ambos audífonos puestos, sin fijarse que tras de ella, alguien la acechaba con la intención de quitarle todo con lo que cargaba, aunque realmente solo cargara con un par de monedas, q...

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La castaña caminaba tranquilamente por la calles de Queens, con ambos audífonos puestos, sin fijarse que tras de ella, alguien la acechaba con la intención de quitarle todo con lo que cargaba, aunque realmente solo cargara con un par de monedas, que con mucho trabajo, entre lo que llevaba en la cazadora y el bolso juntaba lo que era un dólar con cincuenta centavos.

Tranquila de saber que no llevaba nada de valor y que conocía bien las calles, se dirigía a su casa tras un día bastante pesado en la universidad; la carrera la tenía agotada.

Tenía que entrar por un callejón, no muy transitado, que la guiaba hasta la puerta de su casa, claro no era su parte favorita del trayecto a su casa, pero aún así debía caminar ese gran tramo. Pareció cosa del destino que aquel día que no tenía nada que dar, aquel mismo día, decidieran asaltarle.

—No grites, no voltees y deja todas tus pertenencias en el suelo—dijo haciendo presión con lo que parecía era una navaja en la parte baja de la espalda de la chica.

Maryannick, apretando un segundo los ojos y maldiciendo mentalmente aquel callejón, dejó caer la mochila que cargaba en su hombro.

—El teléfono y los audífonos también—dijo y sintió un pinchazo, y supo que su blusa tendría una pequeña mancha roja justo ahí.

Sin discutir la chica se sacó los audífonos y dejó el teléfono con estos sobre su mochila. Suspirando esperó a que el hombre hiciera o dijera algo más, y cuando creyó que el hombre hablaría, tras tomar sus pertenencias, una voz más juvenil lo interrumpió.

—Amigo, deberías saber que eso no fue nada amable de tu parte.

—Tengo un arma—dijo refiriéndose a lo que era su navaja.

—Oh, lo siento, señor. Debí imaginarlo, lo siento mucho, dejaré que siga con su trabajo—pronunció quien ahora se podía ver caminaba yendo a la dirección contraria a la que Maryannick iba, permitiéndole así ver a quien parecía ser un hombre joven con un traje bastante llamativo, rojo con azul que se complementaba con una una máscara. Lo que más llamó la atención de la chica, fue la araña que llevaba en el pecho; entonces lo supo, era aquel chico de YouTube, el llamado Hombre Araña.

—Ahora vete, niño-araña—dijo también reconociéndolo el hombre.

—No soy un niño—dijo con indignación tiñendo su voz—. Soy hombre-araña, no niño.

—Lo que sea, ve a hacer tus acrobacias a otro lado.

—Bien, has colmado mi paciencia—dijo y algo rápido pasó rápidamente a un lado de Maryannick, era la reconocida telaraña del chico, con la cual dando un leve tirón atrajo la navaja con la que había lastimado a Maryannick—. Ahora—dijo señalando al hombre con su propia navaja—, deja cuidadosamente las cosas de la chica en el suelo.

El hombre obedeció sin pensarlo mucho, con cuidado, como pidió el hombre tras la máscara, dejó las cosas en el suelo, seguido, cuando este intentó salir corriendo, el chico enmascarado, con la telaraña lo adhirió a la pared más cercana.

—Descuida, no estarás mucho tiempo ahí, llamaré a la policía—anunció con diversión y seguido se giró a la chica bastante consternado—. ¿Te hizo mucho daño?—preguntó buscando heridas.

—Nada que no pueda arreglar con un poco de alcohol y una gasa—pronunció con una sonrisa recogiendo sus cosas del suelo.

—¿Segura no necesita lo suturen?

—Segura, Hombre araña—rió, causando que bajo la máscara, Peter Parker también lo hiciera—Soy Maryannick, un placer—extendió su mano en dirección a la del enmascarado.

EIGHTEEN » PETER PARKER [#1]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora