oii. Taxi.

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—Maryannick, creo que tienes un par de admiradores—pronunció la más rubia de las amigas riendo con las demás chicas a la vez que con la cabeza señalaba a Peter y a Ned, quienes tenían la vista en la viva del suéter azul y cabellera castaña

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—Maryannick, creo que tienes un par de admiradores—pronunció la más rubia de las amigas riendo con las demás chicas a la vez que con la cabeza señalaba a Peter y a Ned, quienes tenían la vista en la viva del suéter azul y cabellera castaña.

La mayor parte de la mesa volteó, Maryannick en todo caso fue la excepción ya que no quería incomodar a los chicos. A ella no le molestaba en lo absoluto que le mirasen; si bien, como a a cualquier chica le hacía sentir bien, no era la excepción pero procuraba no hacer sentir mal a la demás gente. Y lo mismo ocurría de la forma contraria; no encontraba el problema en mirar, pensaba que no era justo privarse de ver algo que llamara su atención, algo que le gustara. Pequeños placeres de la vida que son pasajeros; según pensaba ella y no necesariamente se refería a mirar solo personas.

Los chicos al ver que todas las amigas habían volteado y los saludaban juguetonamente, se sintieron nervios y tal como había previsto Maryannick, se sintieron incómodos al sentir las miradas sobre ellos. Ned inmediatamente se giró hacia el frente de su propia mesa hacia la silla vacía donde se sentaba May y simulando que no había volteado, bebió de su soda tratando de lucir tranquilo.

—No los miren, los van a incomodar—pronunció la castaña mirando el plato—mejor coman.

Tras esa pequeña riña de parte de la más joven del grupo, las chicas se acomodaron bien en sus asientos y continuaron comiendo y bromeando acerca de los chicos. Peter estaba sorprendido del hecho de que a pesar de que le hubiesen dicho que la estaba observando ésta no había hecho nada al respecto más que seguir comiendo.

—Deberías dejar de mirarla—dijo Ned con el caso muy cerca de la boca—. Sus amigas te han visto.

—Pero ella no.

—No es como que quieras que lo haga.

—¿Qué dices?—preguntó Peter ahora mirando a su mejor amigo mientras se acomodaba en la silla.

—Ya sabes con todo eso de tu asunto de "No me voy a quitar la máscara. No necesita saber quién soy"—citó su amigo—. Así que no tiene caso que te vea. O eso creo yo. Discúlpame si estoy mal.

—Tienes razón, no tiene caso—dijo soltando un suspiro y May llegó dejando un plato con carne en la mesa.

—Creo que te has equivocado, cariño. No habían llevado la ensalada.

—Lo siento, tía May. Debí haberme confundido con otro platillo.

—Descuida. Ahora mejor cuéntame como es que has vuelto a perder tu mochila.

Así se fue toda la velada, platicando anécdotas que todos parecían divertidas, riendo ocasionalmente y en ambos lados, Maryannick y Peter, teniendo una pequeña cosquilla de voltear a ver al otro, pero nunca haciéndolo.

Las chicas pidieron la cuenta, y comenzaron a dividir todo lo que se había consumido, desde la comida hasta las bebidas. Una vez que todas habían sacado el dinero, y lo había puesto al centro, Maryannick pidió que la disculparan y caminó al tocador.

EIGHTEEN » PETER PARKER [#1]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora