Una despedida no siempre es un adiós

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"Hay cosas que son muy difíciles de cambiar... 
Amistades que aunque se disipan, siguen presentes.
Amores que matan, o eso de qué: El amor cuando no muere, mata; porque amores que matan, nunca mueren. 
Personas que han muerto, y sin embargo su recuerdo está más vivo que nunca.
Existen también sonrisas de melancolía y lágrimas de felicidad. Por eso no entiendo por qué siempre lo relacionamos con lo contrario... Joder, he visto llorar a mi madre cada vez que mi hermano triunfaba, y la he visto sonreí cuando al mundo en realidad se estaba yendo a la mierda.
Crecí siendo adulta y ahora cada vez soy más niña, porque no sabéis cuando añoro mi inocencia... Que se caracterizaba por esa tendencia a creer que todo es posible. 
Sentir esas mariposas que revoloteaban... Y que ahora, han vuelto a ser orugas.
También he sido espectador, actriz y guionista. Acabando a veces con el escenario y quemando un telón, que ninguna culpa tenía de que el momento no me gustase... 
He mentido para no hacer daño y fui sincera para herir en lo más hondo a quien me había bombardeado.
Muchos han dudado de que fuese capaz de hacer algunas cosas y luego he brindado por ellos cuando he llegado a la cima. Y les he mandado u beso cargado de reproches. Porque también he sido Judias e Iscariote.
He sido creyente, y he dudado de Dios y su mandato. 
Por eso ahora cuando dejo mi tierra, me da miedo mirar atrás y ver que algunos errores no me sirvieron para nada. Si no para darme cuenta que la vida no es más que una lucha.
Que no se luchar, pero que todavía me mantendo en pie, y no sé por qué.
Y que respirar a veces puede ahogarte...

Y por eso odio profundamente las despedidas: porque llevan un mensaje subliminal que grite que puede que no haya un mañana, porque de todos los vocablos que me llevan al cielo... la única que me da miedo es:
Adiós."

Loreto SesmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora