Amor Revólver 4

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"Cuidando tus lágrimas de cristal fi no,
como el niño al que le han dicho que debe jugar con una pelota
de cristal,
y sin que se rompa.
Arañando tus mejillas inocentes,
tus ojeras enfermizas de anciano
a punto de nacer
del vientre de una mujer
que es demasiado niña.
Así pasan los días,
tú acobardado,
tu pena te ha castigado
y llevas mirando a una pared toda una vida.
Así,
lastimado,
es como te quedaste ciego
y reinventaste el miedo,
dibujando los puñales que sientes
pero no puedes ver,
en lo blanco de aquella pared que quería llamarse horizonte.
Conseguiste,
sin embargo,
y en eso he de reconocer que siempre te he admirado,
amaestrar tu pasado.
Le dabas de comer de vez en cuando,
como esa mascota que no necesita más cuidado,
y así conseguías vivir con él
pero sin olvidarlo.
Me imagino a tus demonios corriendo de aquí para allá,
a un lado de tu oreja susurrando,
encima de tu hombro bailando
y tú escuchando
con la misma atención que presta un niño viendo dibujos
animados.
Lo que jamás pude entender
es por qué nunca comprendiste
que así,
de espaldas al mundo,
es como dejabas vía libre al insulso,
al perverso
y a la tirana
ponerte cruces en la espalda.
Y ahora las acarreas,
y las llevarás toda tu vida encima
hasta que un día decidas dar la vuelta
(a la moneda)
y dar la cara.
Qué valentía ibas a conocer si en tu castigo nunca conociste un
espejo
en el que enfrentarte a ti mismo.
El callejón sin salida de una partida mal empezada,
la remontada de un partido perdido con 5 pelotas en portería en
el primer minuto,
goleada.
Una parada en una estación abandonada en la que un pobre loco
dice que es fi nal de parada.
Así me imagino tu vida:
desamparada.
Y yo pensando que con una poesía,
podría clavarte alas en la espalda
para que las astillas de tanta cruz fuesen más aterciopeladas.
Y yo que traté de llamar tu atención
dibujando mapas en tu pared blanca
y así llevarte a viajar por el mundo sin ni siquiera moverte.
Yo que te dije un sí rotundo a luchar contra monstruos,
gigantes,
escorpiones
y malas hierbas.
Dejé de escribir para empezar a trazar planos de palacios en
ruinas
partiendo de una trastienda.
Pero tu mundo es tan pequeño,
y tu castigo tan eterno
y tus manos están manchadas de sangre.
Como quien tiene el síndrome de Asperger,
acabaste sonriendo a tu peor enemigo
y las cadenas empezaron a sonarte como un rock argentino
en un directo alucinante.
«Yo no puedo cuidarte»,
te dije cuando la luz comenzaba a alumbrar tus lágrimas de
cristal.
Quizás yo soy un incendio,
pero prefi ero mil veces el calor
a este frío eterno.
Y mi corazón no va a ser tu próximo juego para quemar las
horas,
para intentar olvidar de qué material está hecha tu cárcel.
Porque aun habiendo estado ahí mil vidas,
todavía no te has dado cuenta de que tus barrotes están hechos
de miedo.
Y que siempre,
siempre,
siempre,
serás prisionero
si no elevas el grito
y empiezas a darte cuenta de que, detrás de ese muro,
hay un mundo.
Y detrás de ese techo,
un cielo."

Loreto SesmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora