"Me despido de ti y te digo adiós como escribiría un optimista su carta de suicidio, es decir,
sabiendo que al final no será capaz de apretar el gatillo. Me siento como el enamorado que cuenta con pétalos cuánto le quieren, sabiendo que es alérgico al polen. O como el fumador que ya fuma por costumbre, y no por adicción. Me siento como si fuera una brújula a la que le han arrancado la aguja, y ya no sabe cómo entontrar el norte. Como la bailarina que busca el resorte para seguir bailando cada vez que una niña abre una caja de música. Tengo las pulsaciones bajo mínimod y los latidos escribiendo un mensaje en morse que pide urgente un rescate. Eso sí, el escaparate en orden (mantener las apariencias tendría que ser considerado arte) y aparte, mil lágrimas por dentro que no paran de crear goteras en mi [pecho.
“Y te digo adiós como escribiría un optimista su carta de suicidio,
estaba denasiado ocupada creando los planos de tu cuerpo visto desde las cuatro perspectivas de nuestras piernas. Estaba demasiado ocupada creyendo que sería lo que buscabas cuando te encontré tan perdido en mitad de una tormenta. Ahora comprendo que yo no convertí en tu refugio sino en el subterfugio perfecto para poder escapar de aquello que te hacia daño. Pensé que era el motivo, pero resulté ser la excusa. Por eso, cuando me di cuenta, pensé que hubo un momento que creía que eran motivos, y eran miedos. Luego, tras varios golpes en el pecho, me di cuenta de que lo aue yo llamaba miedos eran realmente motivos. Por eso decidí quedarme, porque sabia que, al final, no sería capaz de apretar el gatillo."
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Loreto Sesma
AcakMe refugio en una canción que siempre vuelve en invierno y este frío me recuerda que soy humana (pero también frágil)