DEUX

31 4 2
                                    

27 de Noviembre. París, Francia.

[Gisselle]

Después de la despedida en la entrada de la academia, me dirijo a mi edificio a un paso lento, más de lo normal pues en mi mente se alojaban cientos de dudas. Al poner un pie en la entrada del ya mencionado edificio escucho un llamado al parecer lejano, con forme subía las escaleras éste llamado se volvía más insistente y cercano. No quería ver a nadie, sólo a mí frente al espejo del aula, entonces estaría tranquila.

- ¡¡Gisselle, Gisselle!! - Alguien corre en mi dirección. Volteo sorprendida, me encuentro con la persona a la que menos quisiera ver en esos momentos.

- Ah... Cloe, ¿qué sucede? - Me siento incómoda, ella no es exactamente mi persona favorita, pero no tengo opción, ella es la asistente de los directivos que constantemente me llamaban.

- Gisselle, al parecer no estás muy alegre el día de hoy ¿sucede algo? - Dice con la respiración algo agitada  y una sonrisa hipócrita.

- Ah, no. No es nada Cloe. - Sonrío forzadamente. 

- Oh, cariño tranquila. Tal vez lo que te diga te haga sentir mejor. - 

¿Cómo algo que viniera de sus labios iba a alegrarme? Tal vez si lo que tiene por decir son disculpas y que renunciará, eso me pondría alegre.

- Sí, tal vez. ¿Qué es? - En realidad no me interesa saber, pero no tengo opción.

- Verás, llegará al instituto un alumno nuevo. Por orden de Madame Ágnes, me es imposible decirte su nombre hasta que llegue. En fin, el punto es que tú serás la encargada de darle el recorrido en el campus y la ciudad.- Se acerca a mí y me toma las manos.

- ¿A caso es alguna clase de celebridad? Digo, por eso del nombre. - Mis manos se encuentran completamente rígidas y mi mirada es dura. 

- No, pero tal vez se deba a que tiene parentesco con alguien importante dentro de la institución. ¡Ups! - Lleva una de sus manos a la boca. Sé que fue intencional.

- Oh, ahora tiene sentido. - Eso me pone a pensar en algunas otras cosas, que en realidad no me interesaba saber en ese momento.

- Debes prometerme que no se lo dirás a nadie. - Aprieta delicadamente mis manos, acercándose un poco más a mí.

- S-sí, lo prometo. - Admito que Cloe es una chica hermosa, pero de verdad perdió mi confianza y su figura de autoridad en mí.

- Ok, te creeré, mientras el día llega intenta no meter la pata querida.  Por cierto,  Monsieur Gustave quiere hablar contigo del tema, debes ir a su oficina durante tu hora libre. 

- Sí, claro. - Digo con la esperanza de que se de media vuelta y se marche por donde llegó.

- Ok, te veo allí. - Sonríe y luego se va tan rápido como llegó. El alivio que en mi se produjo, salió en forma de suspiro.

Cloe no es de mi agrado para nada, pero siento lástima por ella, su puesto es bastante exigente. En especial por el hecho de que los directivos ponen en total confianza sus asuntos, ella sabe perfectamente que un paso en falso podría dejarla fuera, eso significaría que su sueño de ser algún día la siguiente al mando quedaría completamente arruinado.

Ella es bailarina, es joven y hermosa. Su pelirroja cabellera siempre está recogida en un moño perfecto, a excepción de aquella vez que la encontré haciendo algo no muy propio de ella. Me di cuenta que su melena es larga y abundante, llega debajo de su busto. Su mirada es fría, pero extrañamente inspira confianza, con esos ojos grandes y oscuros podría conquistar a quien quisiera, sí... A quién sea. Su tez es pálida y algunas pecas adornan el arco de su nariz en un perfecto contraste junto con sus labios rojizos.

Louvre Montanna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora