TREIZE

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29 de Noviembre.

[Taehyung]

Su nombre aún daba vueltas por mis pensamientos y atormentaba mi paz emocional, no puedo seguirla recordando, pero aún tengo una promesa pendiente, no puedo cumplirla solo, podría tener un ataque de nervios... Vaya, esa chica si que me dejo mal. Terminó por alejarme de cosas que quería, pero también me enseño que hay más en la vida, a darle sentido a lo que hago. No puedo arrepentirme.

Después de regresar con Nam y tomar un par de fotos, subí por el ascensor hasta el último piso. Realmente cada fragmento de este viejo edificio es hermoso, hasta el último detalle. Desde la alfombra rosa pálido de las escaleras, hasta esta pequeña esquina de la reja que tiene un poco de óxido. Espero pasar aquí mucho tiempo, hay demasiadas cosas que me gustaría inmortalizar, pero hasta ahora no encuentro un sentido, sólo el cambio, es bueno, pero no suficiente. 

Una vez que terminó de subir el ascensor, salí de él. Saqué del bolsillo de mis jeans la llave antigua que me dio el alto chico de abajo, debo comenzar a desempacar si quiero terminar antes deenrar a la escuela. Comencé por una pequeña caja que había colocado en la que sería mi habitación, había una libreta que uso a modo de diario, algunos estuches con negativos, cosas no muy interesantes y finalmente, en el fondo de la caja, un pequeño cofre de madera, el mismo que guarda algunos miedos y pistas del pasado que no quiero revivir. 

Lo bueno de tener una madre tan organizada y previsora es que pidió enviaran algunos muebles antes de mi llegada a París, llegaron. Entre estos muebles se encontraban unas mesitas de noche, un sillón mediano, una cama, un tocador y un librero. No era mucho, ni para llenar un hueco en la pared, después de dejar lo de la pequeña caja sobre la cama, fui al recibidor para llevar el pesado tocador hasta mi habitación, una vez completada la laboriosa tarea, comencé a poner sobre él cosas de otra caja, lociones, peines y demás cosas de uso personal. 

Luego de guardar algunas prendas en los cajones del tocador, me senté en el colchón sin sábanas, para luego tomar el cofre, la pequeña llave que lo abre la dejé en casa, aunque quisiera no podría ver nuevamente su contenido. La veía con melancolía, traía a mi mente tantos recuerdos, la mayoría turbios y algunos pocos eran de felicidad completa y absoluta, no puedo creer que Arya sea las dos caras de la moneda. Mierda, la extraño y no hay nada que pueda hacer para ver lo que tengo de ella, de nosotros. No es bueno recordarla, ni siquiera debería tener algo de ella conmigo, fue un error traer eso aquí... Aunque en realidad no recuerdo haber empacado esto, estaba debajo de mi cama. 

Mientras seguía inmerso en mis pensamientos, mi móvil comenzó a sonar, era mamá.

- Eh, hola mamá, veo que no puedes vivir mucho sin mi. - Comencé a reír algo forzado.

- Tae, ya sabes la respuesta. Necesito decirte algo y tal vez lo hayas notado si es que ya desempacaste algo. - Su tono era casi lúgubre. 

- Vale, ya. Dímelo. - El tono de mi voz no era tan diferente al de mi madre.

- Por tu voz, puedo notar que ya lo viste. - Hizo una pausa, suspiró, tomo aire y continuó. - El cofre de Arya, lo puse en tu mudanza con la única intensión de que no olvides de dónde vienes, para que no vuelvas a caer en los mismos hoyos en tu nueva vida. La llave claramente la tengo yo, sé que si abres eso sería como abrir la caja de pandora. Debes ganarla. - Después de eso duró varios segundo en silencio, yo sentía la rabia y mis ojos humedecerse.

- ¿Cómo se supone que haga eso madre? - Le dije entre dientes.

- Cuando estés mejor y hayas encontrado la alegría nuevamente, yo sabré cuando suceda, entonces en ese momento, cuando hayas alcanzado cierto estado de plenitud alguien te la entregará. - Su tono cambió de gris a un poco más maternal, amo a esa señora, aunque siempre me ponga acertijos, gracias a ella no me hundí cuando partió quien sería el primer contacto con la realidad de mi vida. 

Louvre Montanna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora