Los Perdidos

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Respirar el aire puro y limpio de la desolación de nuestra vida, libre de los letales vicios virulentos culpables de corromper la humanidad, es el mejor regocijo para nuestra existencia. Pero aún con toda esta posible libertad, estamos bastante solos en el mundo y atados al suelo en el que nos asentamos, sin poder salir del encierro infinito del montón de casas grises, perdidos por siempre en medio de los valles nublados de la desconocida y vieja Tierra. A pesar de que no somos muchos los que vivimos aquí y ya casi nos olvidamos de quienes fuimos o lo que hicimos en nuestro pasado, la esencia continúa viva con un soplo de fuerza. La historia completa es bastante antigua, y ha pasado por muchas, incontables generaciones de nosotros. Nunca le hallé un verdadero sentido, ni siquiera me interesa. Es demasiado larga y confusa como para al menos entender su principio, si es que se le llega a encontrar, y está escrita en un libro más viejo que cualquiera de los que viven en el pueblo.

Puede que parezca evidente mi despectiva opinión sobre aquel relato, pero a decir verdad, no sé si podría considerarlo así. Cada atardecer, cuando los fuertes cazadores regresan en sus grandes vehículos de exploración luego de un arduo día de trabajo, combatiendo a las bestias que merodean los paisajes apreciables para rescatar objetos o reliquias de la tecnología del pasado, yo me dirijo a un lugar apartado de una colina cercana, donde me siento largo rato a contemplar lo que podemos ver del mundo, y a pensar en ello una y otra vez. La gente mientras tanto se reúne constantemente en la Torre Central, para hablar de distintos asuntos o contar historias. Todo se ve hermoso en ese momento del ocaso, cuando la luz del sol pasa por debajo de las oscuras nubes. Los únicos que parecen aún vivos, aparte de los monstruos en las lejanías, somos nosotros, viviendo en casas de piedra pulida, con tejas de mármol que se empapan de blanca nieve en el largo invierno y en todo el año casi sin ver el sol. Y los únicos que poseen conocimiento especial de más allá del pueblo son los cazadores, los valientes que arriesgan sus vidas en lugares inexplorados, de los que no se sabe si existe probabilidad alguna de volver entero y con vida.

Una vez por pura casualidad me encontré con mi abuelo, uno de los directores del gremio de fábricas, mientras hacía algunos arreglos en su oficina. Terminados los trabajos me disponía a irme a mi casa, cuando él entró al recinto y me vio de pie junto a la chimenea. Entonces antes de que yo pudiera decir algo, o darme la vuelta para irme de ahí, me llamó a que fuera con él, y me preguntó si tenía algo de tiempo.

Yo sabía a lo que iba con eso, quería que me quedara para escuchar esa historia de la que tanto se ha hablado. Le respondí que esa antigua leyenda no llamaba en lo absoluto mi atención, y él me volvió a preguntar si ya la había leído siquiera. La verdad, sólo había mirado de reojo un par de capítulos hacía bastante, pero la dejé al poco tiempo después de iniciarla, ya que la complejidad de los relatos desordenados y su intrincada estructura me habían hecho dudar de seguir. Sin embargo, mi abuelo sabía que los que tenían ese prejuicio como yo siempre se retractaban ante lo mismo, y al final terminaban decidiéndose por simplemente hacerlo, aunque no todo el tiempo lo aceptaran. Entonces me propuso pasar el resto del día en su casa en compañía de mis hermanos, leyendo, a la vez que descubriendo en su perfecto orden, la "increíble" antigua historia que, según él, era más que un simple relato o un cuento antiguo: era en verdad una realidad del pasado que tan solamente desconocíamos.

Aquel día siempre voy a recordarlo como algo especial, pues cambió mi vida en muchos sentidos. El día en que conocí la Leyenda de aquellos que vieron en persona al Gran Dios Hydrion y trascendieron el Fin del Mundo. La historia de NIRMITI.

Años antes de la Gran Catástrofe...

El mundo era un lugar increíble y sorprendente. Toda una aglomeración de sociedades variadas progresando conjuntas, con preocupación por el bienestar de cada uno de sus miembros, o al menos, de la gran mayoría en los no tan mejores casos. A pesar de los problemas y conflictos que se gestaban en y entre ellas, generalmente por distintas cuestiones de rivalidad, que todos los grupos humanos tienen, nada podía quitar el hecho de que esos territorios repletos de vida y tan variados en manifestaciones culturales exquisitas eran lugares dignos de ver, conocer y admirar. Era algo que se hubiese podido conservar de ese modo, si tan solo aquel día nunca hubiera llegado, pero siempre fue literalmente imposible evitarlo.

NIRMITI: La Nueva TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora