Hacia las cuatro de la tarde de ese día, nada en Sjeichwel había cambiado. Los enormes edificios reposaban como de costumbre, proyectando sombras igual de colosas; los suburbios, centros, arboledas, parques, avenidas, todo allí permanecía enturbiado por un silencio y una quietud imperturbables. En realidad, no era difícil notar que, contenidas en el desmesurado tamaño de aquella urbe, conmociones como la que sufrieron apenas tenían impacto alguno sobre el ambiente que habitualmente se percibiría desde el exterior. Muy lejos, en las estructuras sobre el altiplano, eran ellos los únicos ahí presentes para contemplar y entender aquel panorama.
La reestructuración del plan tardó cerca de tres horas en completarse. Una vez hecha, mientras divagaban acerca de cómo terminar la jornada de manera tranquila, y cuando hasta entonces nadie más se había atrevido a hacerlo, una inocente pregunta del pequeño Sym desvió, en medio de un vacío sonoro, la atención de todos hacia el tema que no podían ignorar; esta vez, por parte del soldado.
− ¿Exo... cuerpos? | parecía no haber comprendido | Oh, ¿hablas de, estas extremidades? Yo no... había considerado nunca un nombre. La verdad no sé mucho, los tenía en mi cuerpo cuando desperté en una playa, sin recordar nada de antes, que me hubiera pasado | hizo silencio un momento | He estado bastante tiempo probando sus capacidades; son, muy resistentes a esfuerzos e impactos, ayudan a flotar en el agua, me parece que también toleran el fuego... | se quedó estancado en una pausa larga.
− ¿Vas a decir algo más? | lo apuró Kaneff.
− Creía... creía que era el único | confesó titubeando | Cuando los ví a ustedes por primera vez, y recordé lo que es una persona, me sentí extraño. Parece que, sean lo que sean estas cosas, hacen que ambos, tú y yo... seamos así como, ejemplares, de algo distinto.
Kaneff se quedó atónito al oírlo, pensativo. Los demás se miraban entre ellos, como queriendo, totalmente indecisos, decir algo al respecto; mientras tanto Keroge retenía entre la seriedad de su ceño fruncido la expresión abstraída de su hermano.
− ¿Es decir que hay más como ustedes? | volvió a preguntar el pequeño Sym, ante lo cual el mismo Shawk no supo qué responder.
El ambiente se tornó tenso, y el silencio, estruendoso. Cada uno de ellos se había encerrado en sus propios pensamientos, y parecía que así durarían un buen rato. Entretanto, en las mentes de Louge y Mint, extrañas percepciones sobre aquellas dos figuras no dejaban de inquietarles. A Kaneff, nuevamente sentían conocerlo, aún cuando su padre jamás les había hablado de él. Al escuchar a Shawk, por otro lado, de algún modo volvía a ellos el recuerdo repetitivo del tiempo que estuvieron solos: la oscura imagen de la escalera frente a aquel cuarto sin ventanas, iluminado con lámparas de gas amarillas, en la que permanecían en un trance intermitente, observando el ajetreado movimiento de aquellos que los custodiaban sin mucha atención. Justo cuando empezaban a creer que el momento de contarles lo que sabían estaba cerca, advirtieron un perturbador parecido que esos extraños hombres denotaban. Sin duda, los grabados en el laboratorio de la cueva, que en algún punto asemejaban alguna clase de inspiración paranóica, representaban proporciones humanoides excéntricas que coincidían con los rasgos de ambos. Fuese una simple coincidencia o no, era evidente que debía existir una conexión entre los eventos, al menos para lo que la imaginación casi sincronizada de los dos niños sospechaba.
Indicios del surgimiento de una nueva raza, adaptada a las condiciones del nuevo mundo, de la llegada de entidades exteriores más inexplicables aún, cualquier otra posibilidad pasó por sus cabezas mientras se esforzaban por decidirse a hablar. Entonces, se acordaron de lo que habían escuchado a hurtadillas: el equipo original provino de la ya mencionada organización PRAGNEIN, Wiggitte formó parte de este, y también Kaneff luego de que lo encontraran, bajo aquella forma. ¿Era posible que supieran algo de la verdad? Tal cuestionamiento finalmente los inhibió de comentar absolutamente nada al respecto.
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NIRMITI: La Nueva Tierra
Science FictionEl Poblado perdido en la inmensidad del mundo conserva un último aliento de escencia de vida: un antiguo y complejo relato que narra lo que ocurrió en el pasado. La Leyenda de NIRMITI. Durante una gran guerra, el mundo fue transformado por una catás...