Incursión en la Costa

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Las ciudades, las colosas capitales y aglomeraciones de diferentes países, solían ser los centros de concentración de la abundante vida humana. Sus potentes motores producían un impulso casi inverosímil para el desarrollo social y cultural de un mundo generalizado, que ya dependía prácticamente del todo de estas para subsistir. Pese a que no siempre existía la igualdad y a veces el acceso a los bienes se volvía estrictamente selectivo y poco ético, aún las zonas más desventajadas en cuanto a prosperidad gozaban de cierto consuelo un tanto ingenuo, pero inspirador en el fondo: el sólo hecho de formar parte de una densa y asombrosa área urbana, que constantemente progresaba. Cierto es que las cosas no terminaron bien para estas, ya que en la actualidad, inertes, sombrías, sólo podían ser vistas como extensos monumentos al silencio, contrastando con el ruido ajetreado de la vida diaria, y al olvido, ya que no quedaba casi nadie que las recordara del mismo modo. Nadie a excepción de las criaturas inconscientes, que ahora les daban un uso distinto.

Aún así, sus nombres perduraban, como placas inalterables a través del tiempo. Entre las principales (por decir que siguen siendo las más imponentes) del mundo vivo, resaltaba la radiante metrópolis de Damedra, conocida de forma cariñosa como El Corazón del Futuro por las élites tecnócratas y expansionistas, y alrededor de la Tierra brillaban de forma homónima otras como Tahaele, hacia el este del enorme continente Tarragan, y al norte de Damedra; Rulneban, sobre la costa Sur del continente gameriseo; Serjabber, el punto de unión de las Treinta Rutas históricas; y Wollen, la ciudad de las llamadas Tierras Lejanas.

La ya mencionada ciudad de Sjeichwel, perteneciente al rango de las principales, era una metrópolis (posiblemente la más grande del mundo por sobre Damedra) que integraba tres núcleos urbanos en un solo lugar. Reconocida por su infraestructura desmesurada, se hallaba ubicada en la costa Oeste de la enorme isla Nimzaurg, al norte del Estrecho de Dennard, único lugar de conexión con Tarragan en su península suroriental. Keroge venía de una ciudad costera en el norte de la isla, que era el lugar más cercano a donde había ocurrido la colisión del Tercer Meteoro, justo sobre el mar. Ahora, se encontraba a poca distancia de Sjeichwel, a donde pronto todos ellos se dirigirían. Poco tiempo después de haber comenzado a trabajar juntos, solicitaron su intervención directa en la organización del plan general; era de esperarse, puesto que en un principio él mismo había expresado su interés por ir a esa parte de la región, aunque inicialmente su objetivo era distinto. Mientras el grupo de niños pasaba el tiempo con libros de ficción e historia, juegos entretenidos, y algo de aprendizaje científico, Keroge, Kaneff, Wiggitte y Shodoro se confinaron a los laboratorios y salas de trabajo, dándole vueltas una y otra vez a todos los puntos evaluados. Pese a que tenían información acerca del estado en el que se encontraba la gigantesca ciudad, ninguno de ellos había estado allá, ni siquiera antes de la catástrofe; era igual a conocer un programa de televisión, pero nunca haber visto un solo episodio.

Cuando el equipo inicial estaba activo, Kaneff y Wiggitte entraron en contacto con multiplicidad de documentos parecidos al que Louge y Mint habían traído consigo, la mayoría con un volumen bastante menor. Recientemente, sus ocupaciones diarias y pequeñas expediciones habían logrado apartar de sus intereses toda esa "información clasificada" que tanto intentaron obtener, pues ahora resultaba ser la menor de sus preocupaciones. En un principio, una expedición de gran escala como la de ir a Sjeichwel no habría sido más que un mero capricho o una tremenda ambición; era un plan realizable, pero considerablemente difícil, que con muy poca probabilidad de dar algún resultado beneficioso habría demandado una gran cantidad de recursos y esfuerzo, la base de terribles escenarios futuros para un pequeño grupo que se estaba convenciendo de perseguir la ahora fantasiosa vida estable. Sencillamente no era lo ideal. Sin embargo, este ya no era el caso: el misterioso informe del laboratorio representaba una nueva carta sobre la mesa, y todavía mejor, contenía gran parte de la información que antes ansiaban, y que entonces necesitaban. Pasadas cerca de dos semanas, con Keroge y sus hijos muy a gusto con las tareas regulares que se designaban, la discusión principal había abandonado la planificación de la misión, la cual resolvieron muy rápido, y se había adherido a unas tres páginas del documento que mostraban mapas con ubicaciones a lo largo de Nimzaurg, en los que Sjeichwel figuraba con una interesante cantidad de puntos dispersos.

NIRMITI: La Nueva TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora