El Vigilante

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Casi se acercaba el medio día, el sol llegaba a su punto más alto en el cielo, y las sombras que proyectaban las numerosas pero pequeñas edificaciones suscitaban una pesadumbre ineludible. La que fue antes una ciudad esplendorosa, ahora se veía pobre, en ruinas, y roída por el tétrico paso del tiempo. A través de las calles solitarias, que cada vez se ensanchaban y ramificaban más, de maneras muy poco habituales para un suburbio, no hallaban ni una sola señal de movimiento; pilas de escombros, cadáveres marchitos, postes y autos esparcidos en pedazos, que difícilmente bloqueaban la mitad de una sola calle, por ningún lado dejaban de aparecer en cantidades ciertamente inquietantes. Su primera zona de exploración resultó ser más extensa de lo que habían pensado al darle un vistazo casi superficial desde la colina; aún así, como confiaban en los datos que entregaba el mapa holográfico del mando de la nave, los cuales Keroge revisaba a cada segundo, poca importancia le atribuyeron al hecho.

Sólo tenían que seguir el camino trazado hacia la central de comunicaciones, y a su paso, identificar los lugares más óptimos para instalar los tres dispositivos de control que llevaban consigo. El propósito de estos, una vez estuvieran puestos en línea y funcionando, sería mapear una primera parte del área. Estaban diseñados para enviar continuamente señales circulares que detectarían los relieves a su alrededor dentro de un amplio radio de forma casi instantánea, dándoles visualización en tiempo real de todo, incluso de cualquier cambio, o actividad, que se produjera en su interior. Básicamente, actuarían como una especie de masa en un molde expuesto a modificaciones, donde los movimientos en el medio quedarían marcados, permitiendo registrarlos. Acorde a las estimaciones realizadas, sólo para el primer centro urbano necesitarían cerca de unos 1400 de estos dispositivos. Fabricarlos uno por uno ya representaba un problema, y el arduo trabajo de mantenimiento que requerirían era otro desafío mayor; aparte, la señal de las que estuvieran más alejadas sería riesgosamente débil e imprecisa, si no contaban con el soporte adecuado.

Por esta razón la central resultaba muy importante. Era ese soporte, el lugar donde podrían coordinar, mediante amplificado y modulación, la potencia de todas las que fuera capaz de cubrir, además de que con esta se reduciría el exorbitante número estimado, y simplificaría multiplicidad de procesos que ni siquiera tenían en mente aún. Fue debido a esa relevancia que la consideraron el primer objetivo del día. Habiendo avanzado entre las enormes y despejadas ruinas por cerca de media hora, con el profundo cielo que caracterizaba tanto a la ciudad sobre sus cabezas, detuvieron la marcha frente a un cruce agrietado, sobre el que flotaba el estropeado andamiaje de un semáforo con casi todos los vidrios rotos. Keroge les comunicó que habían llegado al primer punto de control, por lo que se dispusieron a posicionar el primero de los dispositivos, tras elegir el sitio en una columna de concreto que se mantenía como la única parte estable de un viejo edificio de tres pisos. Habían resuelto que entre más escondido estuviese el artefacto, estaría más protegido de incidencias externas, así que lo instalaron dentro de un cajón metálico que hallaron en la columna en el segundo piso; este resultó ser el lugar ideal, resguardado por dos gruesas paredes aún en pie y casi en perfecto estado.

La labor fue llevada a cabo usando la nave como elevador de carga para el artefacto; en el momento en que la daban por terminada al verlo ya encendido, Wiggitte propuso con entusiasmo el mismo método para bajar al suelo, a lo que no hubo ningún reparo. Confiaban en que sabía lo que hacía, puesto que era la experta en el manejo de los vehículos; Keroge era la prueba de eso, dada su sorprendente ejecución con el entrenamiento de apenas un mes.

Mientras se paraba sobre el techo de esta, su vista se topó por casualidad con unos edificios lejanos que se encontraban calle arriba. No tardó mucho en descubrir entre estos la silueta de la cúpula que brillaba a lo largo de su borde visible, y en seguida les avisó a los demás que veía el edificio de la central, noticia que les trajo algo de buen ánimo. Pero tan pronto como dio el aviso, notó un brillo diferente, uno que subía en el aire, y que repentinamente se intensificó; de pronto una fuerte sacudida le hizo perder abruptamente el equilibrio, y cayó de la nave. Por una fracción de segundo, pudo fijar sus ojos en el costado izquierdo, atravesado por un inusual y perturbador brillo verdoso mientras esta cambiaba de dirección luego de aquel movimiento tan brusco. Se salvó de un impacto fatal gracias a la rápida acción de Shodoro, quien usó una soga firmemente atada para lanzarse a atraparla y aterrizar de manera segura en la acera con ella. Antes de que nadie pudiera decir una sola palabra al respecto, el lugar entero retumbó bajo la acción de un estruendoso estallido detrás de ellos, tan intenso que no pudieron voltearse para ver y tuvieron que luchar por un momento para mantenerse erguidos; y entonces, las vieron, saliendo de todas partes y amontonándose a medida que se acercaban.

NIRMITI: La Nueva TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora