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Dedicado a KimJaro

Tirada en el frío suelo de algún lugar, Soobin comenzó a despertar. Sentía que aquello le parecía un dejavú, pero a diferencia que sus ojos no estaban vendados o con las manos atadas a su espalda. Por supuesto que no. No podía ver absolutamente nada ya que no había ninguna luz, la superficie del suelo le pareció lo único donde podía apoyarse, sintió que era de un cemento para nada liso. Gateó de una forma torpe sus sentidos parecían los de un borracho, con sus manos trato de buscar algún lugar sin ninguna dirección. Después de unos minutos su pecho se oprimió cuando sus temblorosos dedos tocaron la fría pared de la habitación.

Arrastro el cuerpo apoyando sus brazos para sentarse, con los ojos acuosos pegó su cabeza a la pared atrayendo las piernas adoloridas a su pecho. Sus labios se fruncieron en un intento por no echarse a llorar, se estaba tragando el sufrimiento y toda la mierda que había pasado. Quería ser fuerte, debía serlo.

La imagen de él, apuntando a una muchacha sin ningún arrepentimiento o duda en su mirada logró que unas cuantas lágrimas bajarán por sus mejillas. Soobin sentía que él tenía la culpa, por su culpa ella estaba ahí. Jin, aquel joven que no dudó en "ayudarle" era uno de ellos. Su cabeza impacto en la pared una y otra vez, cerró los ojos con fuerza conteniendo sus emociones, más que triste Soobin se sentía acorralada sin ningún lugar al que pueda ir. Aquel hijo de puta la había metido en todo esto.

"Descuida, algún día te cobraré. Tenlo por seguro"

No, no, no. Eso era casi imposible, Seúl era demasiado grande para que él aya dado con ella, hasta que recordó. Aquellos payasos irrumpieron en la casa de Min ho y si él estaba con ellos era porque los conocía ¡Maldito bastardo! Apretó sus puños con tanta fuerza que sus dedos tronaron, su cabeza golpeando la sólida pared dolía.

Después de unos minutos con los párpados aún cerrados, una pequeña luz se filtró por la habitación. No le prestó atención, no hasta que escuchó unos pasos y la voz de aquel hombre.

Gatita.

Abrió los ojos asustada, su corazón se aceleró debido a su presencia. Lo que distinguió como una puerta fue cerrada tan rápido como se abrió, de nuevo la oscuridad cubrió la habitación con la diferencia que aquel tipo dió algunos pasos y una amarillenta luz en el techo alumbró la sombría habitación. Se encogió en su lugar, no quería tenerlo cerca además que aquel apodo con que la llamaba de disgustaba. Escondió su pequeña cabeza en sus piernas abrazando a estas con fuerza evitando mirar a ese hombre.

– Mi gatita no quiere verme. – estando a una distancia considerable le escuchó hablar con burla. Después de unos segundos en silencio sintió como se acercaba lentamente. – Quieres que esto sea de la forma ruda o vas a ceder ¿eh? – su sangre se congeló cuando ya estaba a escasos centímetros de ella. Se puso de cuclillas pegándose más a su cuerpo, acarició su cabello con mucha delicadeza creando arcadas en su espalda. – Aunque... no estás en condiciones de elegir.

Los delgados dedos de él se posaron atrás de su nuca agarrando una considerable cantidad de cabello, apretó con fuerza obligándole a salir de su escondite. Soobin ahogó un jadeo, eso dolía.

– M-me duele...

Un susurro bajito salió de sus labios entreabiertos aguantando la fuerza que ejercía al no aflojar su agarre, en ningún momento lo miró. Por otro lado, él sonrió viendo como la indefensa chica apretaba los párpados con fuerza para no echarse a llorar. – Eres tan patética. –acercó más su rostro al de ella invadiendo su pequeño espacio personal. Soobin se encogió lo más que pudo pero nada dió resultado, el aliento de ese tipo se filtró por su nariz.

Baby Don't Cry ➵ BTS +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora