Baby Don't Cry ➵ BTS +18

007

Dedicado a MarieMorales3

No supo en que momento ambos terminaron peleando, más bien ella. Le tiraba puñetes, patadas, mientras gritaba miles de blasfemias al pelinegro sin importarle que el edredón yacía en el suelo hace rato.

– ¡Ya basta joder!

De un solo movimiento aprisionó sus muñecas, ambos tenían la respiración agitada, los pulmones de Soobin ardían al mismo tiempo que la adrenalina corría por todo su cuerpo de forma violenta. Los cabellos castaños de su melena que se encontraban mojados caían en su rostro.

– ¡Maldito! ¡¿Qué te hice para que me arrastres a esta mierda?! – no se detenía, luchaba por ser liberada, lo peor fue que un nudo sofocante se formó en su garganta. Iba a llorar. – ¡Qué te hice! ¡Dímelo! Por tu culpa... él murió... él... murió.

Se desplomó en el suelo sollozando de forma dolorosa y él soltó sus muñecas mirándola sin expresión alguna. Ya estaba acostumbrado a eso, ella no era la primera ni la última.

Después de unos minutos llorando nuevamente, abrazaba sus piernas con fuerza, la cabeza agachada y más lágrimas saliendo a montones por sus ojos. Por otro lado Jin no decía absolutamente nada, estaba siendo demasiado flexible y no tenía permitido eso. Además no perdió el tiempo, miró su pequeño, frágil y delicado cuerpo con varias marcas rojizas que adornaban su nívea piel. Pobre de ella, no soportaría mucho con todo lo que le esperaba si sólo lloraba.

– Linda, no tengo todo el tiempo sabes. Por lo que sería mejor si levantas tu trasero y dejas de llorar como si fuera el fin del mundo. – le dio una última mirada para dirigirse a la cama. – A menos que quieras andar desnuda y créeme que eso no le molestara a Nam. Harías las cosas más fáciles para él.

Habló con simpleza y eso provocó pavor en Soobin, escuchar aquel nombre la enfermaba. Sacó su cabecita de su escondite mirando con el ceño fruncido a Jin, ese bastardo. Al fin se dio cuenta que estaba completamente desnuda cuando él sonrió mirando con descaro su cuerpo.

Será más hijo de puta.

Aferró más las piernas a su cuerpo cubriendo con un brazo sus pechos, buscando con la mirada el maldito edredón que descansaba a su costado. Escuchó la risita burlesca de él y lejos de sentir vergüenza, Soobin tenía miedo. Miedo de que haga lo mismo que ese hombre.

Chasqueó la lengua por tercera vez y todo porque no se ponía de pie, obedeciendo sus órdenes de sentarse en la cama. Le estaba colmando la paciencia y a ella no le interesaba en lo más mínimo, si lo hacía estaría doblegando el insignificante orgullo que le quedaba.

– Levanta, ya te he dicho que no tengo todo el tiempo del mundo. Son las doce y de verdad estas robando horas de mi valioso sueño. – se acercó peligrosamente, con los ojos inyectados de sangre Soobin le miró con recelo. La tomó del brazo de forma brusca al mismo tiempo que ella luchaba por soltarse. – ¡Ya! Estoy siendo demasiado paciente contigo, dejate de niñerias y has lo que digo.

Le gritó en todo el rostro asustandola, aprovechó ese momento arrastrando su cuerpo hasta la cama, colocó las manos en sus hombros y haciendo fuerza la sentó en el duro colchón. Aferró sus temblorosos dedos al edredón esperando lo peor por parte de él.

– Toma, aquí hay tres pares de cada prenda, debes cuidarlas como si fuera lo más preciado que tengas. Porque no voy a darte más. – en sus manos llevaba blusas alicradas y bragas. Se las ofreció pero Soobin desvío la mirada y eso le molesto al pelinegro. – Mira, ahora deberías estar besando mis pies en lugar de hacerte de rogar porque yo seré el único en darte estas cosas que necesitas más que nada, por lo que no te pongas tan chula conmigo Jiwoo.