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Le dió una escaneada rápida a su cuerpo, las marcas que adornaban esta vez su piel estaban de un color rojo intenso tornándose algo moradas mientras pasaban los minutos. Había querido llorar al ver su cuerpo como otras veces, más no reaccionó. Le pareció algo estúpido ¿llorar sabiendo que esto iba a pasar? ¿Qué lo volverían a hacer todas las malditas veces que se les de la reverenda gana? Sonrió amargamente odiandose por ser tan patética. Soobin, tristemente lo había aceptado.

Su peor temor, se hizo realidad.

Con un sabor amargo casi ácido en su boca y un nudo extendiéndose por toda su garganta. Salió de la ducha, envolviendo su cuerpo en aquel edredón negro que yacía en el suelo. Ignorando los dolores de su anatomía caminó con lentitud. Él había llamado por su presencia, juró que si no salía al tercer llamado iría por ella y no de una forma muy agradable.

Saco su delgado cuerpo por la puerta sin cerradura, con la mirada fija en el suelo sintiendo aquella tensión apoderarse en sus hombros y cuello. Soobin tenía las manos frías, demasiado, al igual que los pies. Tenía miedo, algo dentro de su cabeza le alertaba que nada saldría bien. Primero por la actitud de ese hombre, solía ser burlón, jugar con ella como si estuvieran en una cacería. Pero todo aquello fue reemplazado por seriedad y una actitud tosca que desprendía cada poro del moreno.

Gatita, hasta una tortuga camina más rápido que tú. – respiró tratando de tomar una gran bocanada de aire. Se veía irritado y eso le ponía los pelos de punta. – Muévete, aquí. –alzó la mirada para verle palmear el colchón a un lado de él. Sin decir absolutamente nada, se dirigió en silencio donde le ordenó, aferrándose al edredón, debajo no tenía nada que cubriese su desnudez ya que él se había encargado de eso.

– Eso es, me encanta cuando eres obediente. –se giró un poco acariciando su cabello húmedo sintiendo las frías yemas recorrer ahora su mejilla.– Hay algunas cosas de las cuales me enterado, que, no me ponen muy feliz. – se estremeció cuando sus dedos le tomaron de la barbilla sin llegar a ser brusco.– Los chicos no están, como decirlo. Complacidos. Tu único trabajo que encargue a sido muy carente Soobin. Solo debías hacer una simple cosa. –los dedos se aferraron más a su mandíbula, contuvo la respiración cuando su nariz se hundió en su cabello inhalando fuertemente.– Es una pena, esperaba más de ti.

Dicho esto, dejó un casto beso en su mejilla derecha para soltar su rostro poniéndose de pie. La respiración se le hizo irregular, aquellas palabras del moreno le dejaron la sangre helada. No era su maldito trabajo, no lo era. No debía sentirse así.

Lo miro por unos escasos segundos para que él saque de su cintura una pequeña arma. Mordiendo con fuerza su labio Soobin entro en pánico, más no lo mostro. Miles de cosas pasaron por su mente ¿Había llegado la hora? ¿Él por fin se había aburrido de ella? Tenía miedo, jamás lo negaría. Verle ahí parado frente a ella con el arma de fuego en su mano mientras la perforaba con esos ojos crueles y despiadados fue abrumador. Soobin sentía aquella opresión aumentar cada vez más.

Después de todo no importaba. Sería libre, libre al fin sea el medio que fuese. Ya no sufría ese calvario nuevamente, pero tenía miedo. Miedo a equivocarse. Miedo a otra vez, estar tan cerca de lograrlo y que eso que tanto anhela fuera arrebatado de sus manos.

– Hay mi linda gatita. No me gusta cuando no cumplen bien lo que ordeno. – se fue acercando más a ella, sintiendo la bilis subir a su garganta. – Es una pena que lleguemos a esto, lástima.

En su mente tenía una sola cosa.

Él va a matarme”

No supo por qué en ese momento quiso reír. No lo asimilaba en su totalidad ¿Así de facil sería? Miro a todos lados aún con la cabeza baja.
Si un momento creyó que el disparo no tardaría en llegar, se equívoco. Todo murió cuando él, agarro una de sus manos con fuerza obligándole a tomar el arma.

Baby Don't Cry ➵ BTS +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora