Un pedestal de sueños fríos, un hogar sin ventanas ni pasajes a otros cuerpos, un bosque sin árboles, un río sin peces y el olor impregnado de un invierno tan largo como tú depresión.
(Sintiendo el peso de Plutón y Marte, argumentos de un payaso de circo, la cantidad de calidad espontánea por ser tan complejo).
El cantar de aves por una gris mañana, el cielo se regocija con recuerdos arcaicos de la pasada noche llena, astas que proclaman guerra interna, dura y cruda como los espacios del tiempo y en un pedestal lo observas todo desde aquí.
(Sosteniendo el brillo de la luna y el calor del sol, escarbando bajo tus venas, la capacidad de vientos contrarios a este tacto, y aún así, aún así).
(En tu pedestal perdido y sin hambre, colisión de colosos sin nombre, la sensibilidad al tacto con el viento).
El peso del rey sin corona, lo inútil de un fénix sin sus plumas, la metáfora del sufrimiento ajeno, y aún así hay que dejarlo salir.