Piernas ➳ y.m |

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"Compañía y suavidad"

Si a Jimin le hubieran dicho que iba a terminar yendo diario a clases de baile por un lisiado acosador, probablemente llamaría loco a quién se lo dijera. Sin embargo, ahí estaba el. Abriéndose de piernas descaradamente y dando saltitos frente a la ventana con la mera intención de ser visto por su vecino. Estaba de espaldas, obviamente, pero el sabía que lo estaba mirando. El maldito—y adorable—acosador siempre lo miraba.

Todo comenzó con Hoseok. Un día, mientras estaban solos en el estudio, el alto comenzó a quejarse de lo triste que lo hacía sentir el chico que vivía frente al edificio y se arrastraba con simpleza en una silla. Explicaba que nunca lo había visto fuera de su departamento a pesar de que acostumbraba a pasar frente a este para ir al de su novio, Taehyung. La tristeza con la que contaba todo provocó que Jimin, luego de que su amigo se marchara, comenzara a mirar por la ventana.

Aunque ignoró por mucho tiempo la historia, el esperó. Al cabo de una media hora comenzó a desesperarse. A enserio desesperarse. Comenzó a sentirse estúpido y estaba a punto de quitar la cara de la ventana por qué la verdad es que estaba perdiendo su valioso tiempo.

Pero lo vió.

Contrario a lo que uno pensaría no fue un amor a primera vista. No sintió mariposas en el estómago o suspiró. No, no. Jimin gritó del susto que se dio al ver al pálido y delgado chico aparecer de la nada en esa ventana. Al principio, estaba asustado, si. Pero mientras más lo miraba, más fascinado se sentía. Su pelo era muy negro, sus dedos largos y delgados, estaba leyendo un libro de tapa marrón que parecía muy pesado y tenía el ceño fruncido. Jimin pensó que se veía precioso.

Entonces él lo vio.

Y la velocidad con la que cerró la ventana fue casi tanta cómo lo que le tomó cerrar el estudio y correr a casa. Al llegar no sabía si estaba tan rojo por la vergüenza o por correr así, pero honestamente cualquiera de las dos era válida.

A decir verdad él era realmente lindo. Fue entonces cuando Jimin fue consciente de que estaba perdido, y de que probablemente el tambien sería un acosador despúes de eso.

☾☾☾

La primera vez que Jimin habló por mucho tiempo con Yoongi, entró a su departamento por culpa de Tae.

—No seas marica, Jimin. Es lindo, tu eres lindo. El te acosa, tu lo acosas. ¡es perfecto! ahora, entra ahí y montalo sobre su silla!—opinó el castaño alegremente, como si las cosas en realidad fueran asi de fáciles.

—Yo estoy perfectamente seguro de que eso no va a malditamente pasar—anunció Jin, su hermano, mientras ponía sus manos en las orejas de Jimin.

—Yo digo que debería entrar a decir hola—propuso Hoseok—Los que voten sí, levanten su mano.

Y todos estuvieron de acuerdo, al parecer, porque fue arrastrado a la puerta del desconocido y abandonado allí. Alrededor de media hora estuvo contando en voz baja con la cara pegada a la puerta, luego rezó, y por último, tocó la puerta tan fuerte que se lastimó la mano.

Ese día Jimin descubrió que Yoongi era tranquilo. Su voz era realmente grave cuando le hablaba, y olía a madera y vainilla. También descubrió que a Suga, como el dijo le llamaban sus amigos, no le gustaba hablar de su silla. Hablaron de los ovnis y sobre cómo deberían limpiar las ventanas juntos, Jimin le contó sobre su amor por la música y Yoongi lo miró bailar toda la noche.

Acordaron verse mas amenudo, así que Jimin le prometió a su nuevo amigo visitarlo luego de sus prácticas en el estudio.

Y ambos estaban encantados con la idea de verse lejos de las ventanas sucias de los edificios.

Los dos durmieron muy bien ese día, porque a Yoongi por un momento se le olvidó por completo el dolor de su pierna y la soledad en la que vivía, y Jimin tuvo un momento de paz en el caos constante que era su vida.

—¿Es un buen muchacho?—preguntó Jin con una sonrisa traviesa cuando su hermano cruzó el umbral de la puerta.

—Es... uhm, es muy amable—comenzó—Me preparó chocolate caliente y fue conmigo al estudio de baile—respondió con simpleza.

—¿Y por eso sonríes como un tonto?—preguntó, molestándolo.

Pensó en decir que no, que era un idiota o que podía irse a ver su novela en lugar de molestar. Pero no lo hizo, porque mentiría.