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"Repetición"

—¿Desea algo más, señor?—un hombre sacaba la última caja del ahora vacío estudio de baile. Solo estaban el, un montón de polvo y ese hombre alto con la caja marrón en las manos. Estaba sudado y sucio, pero mantenía una sonrisa en el rostro.

No, no. Puede irse, gracias por ayudarme—Jimin se despidió, mirando por un minuto al hombre marcharse con un ademán y la misma sonrisa. Lo acompañó hasta la entrada, y cuando la cerró, caminó directo a la sala de ensayos. El sabía donde estaba cada cosa en el lugar, pues ahí había practicado toda la vida. No quería tener que pensar en las nuevas facturas o las respondabilidades que le esperaban como dueño y profesor de su nuevo estudio, prefería sentir de lleno la paz de haber logrado lo que quería. Se recostó sobre el suelo con olor a desinfectante de lavanda, inhalando profundamente. Su teléfono vibró en su bolsillo y maldijo sin saber quién llamaba, porque estaba cómodo y no quería tener que moverse.

¿Si?—preguntó, porque no se había dignado a revisar quién llamó.

Lindos pantalones.

—Eres un maldito loco, ¿lo sabes, verdad?—la risa de Yoongi detrás del teléfono lo hizo reír también—Mejor ven aquí.

¿Debería llevar algo?

—Trae una cobija y la botella de ron, no me quiero ir de aquí a ningún lugar. Deberías ver esto, es... Magnífico. Y adivina la mejor parte.

—Dime, Jimin. ¿Cuál es la mejor parte?

—Es mío—el orgullo le llenaba el pecho cuando lo decía—Es nuestro.

Cuándo seas mi esposo quiero la mitad—Yoongi bromeó, cortando la llamada. Pero Jimin sintió una paz indescriptible, y su piel enrojecer. Definitivamente aceptaría ser su esposo algún día si el se lo pidiera.

Supo que Yoongi entró porque el sonido de las muletas contra el piso de madera era así de molesto, y todavía no se acostumbraba al chirrido que hacían. Se levantó sobre sus rodillas y bostezó, un tanto cansado del ajetreo del día. De la última semana. Del mes. Cuándo Yoongi entró, usando una camisa blanca y cubierto en la cobija, notó que lo hacía para cubrir sus piernas. Pero no le dijo nada, porque sabía que el tampoco se acostumbraba a las muletas. O al resultado de la cirugía. Jimin vio la tela del pantalón que caía vacía y aunque no lo quería así, sintió lástima.

¿Sabes algo? Ahora que te veo de pie me doy cuenta de que de hecho eres más alto que yo—quizás estaba alimentando solo un poquito su ego, pero tampoco era una mentira.

Me gusta estar así. Te ves extrañamente más guapo desde aquí arriba—su voz tan grave como siempre y su cabello igual de oscuro—Sobre todo de rodillas—y Jimin se reía complacido, porque también estaba a gusto de esa manera.

La curiosidad le ganó, así que acarició la pálida pancita de Yoongi con ambas manos. Encantado con sus jadeos y la suavidad de su piel—Jimin—lo llamaba, con los ojos cerrados. No se contuvo, dándole besos y marcándole la piel con facilidad, maravillado con las nuevas sensaciones. Concordaba con su novio, el también se veía encantador desde donde estaba. Con sus largos dedos apretándose al metal de las muletas con impaciencia, y los labios apretados.

Movió las manos y los labios un poco más abajo, donde el cinturón y la voz de Yoongi lo detuvieron—Jimin, espera. Espera—notaba que estaba apenado por el cambio en el tono de su voz, sólo se apagaba de esa forma en esa clase de situaciones—Es que no puedo sostenerme, perdóname.

Hubo silencio, no del incómodo. Fue otra clase de silencio, uno que se sintió comprensivo.

¿Te duele?

—No.

—Corazón, ¿te duele?

—Si, Jimin—con los ojos cerrados y el semblante tranquilo, le respondió—Me duele un poco y todavía no tengo mucha fuerza en la pierna. Además me estás besando y yo... Y bueno, siento que me voy a caer. Perdóname por arruinar el momento otra vez—quiso hacer pasar la disculpa por broma, pero era claro que estaba afligido.

Pero no arruinaste nada, tengo un par de colchonetas y trajiste la cobija, podemos tomarnos esa botella y puedo seguir con lo que estaba haciendo donde estés más cómodo.

—Eso suena muy bien, pero yo no puedo beber. Y creo que tu tampoco, a decir verdad. O por lo menos no mucho.

—¿A qué te refieres?—preguntó ya en camino a buscar lo prometido, verdaderamente curioso. Mientras tanto, Yoongi pensaba como decirle que iban a hacer. Sería una explicación para los dos, porque Namjoon tampoco lo sabía y lo había decidido entre besos—¿Yoongi? ¿Qué quieres decirme?

—Vamos a ir a ver a mis abuelos.

—¿Qué? A tus abuelos... ¿En tu ciudad natal?—más que sorprendido, y con nada más que un asentimiento como respuesta, Jimin se dió el trago más largo de ron.

☾☾☾

Seokjin se limpiaba las lágrimas con las mangas del uniforme, demasiado enojado para responder a los gritos de Namjoon. Desde siempre habían discutido con frecuencia, pero últimamente las cosas habían empeorado notoriamente.

Ni el ni su novio lo dirían, pero entre ellos había rencor que no hacía más que crecer cada día. Namjoon no iba a perdonarle lo que le hizo a su hermano, y Seok estaba dolido por el trato que recibía de su pareja de tantos años, que simplemente no entendía que ciertas cosas no había como evitarlas.

¡¿Y qué mierda quieres que haga?!—le gritó porque ya no podía quedarse callado y aguantar.

¿Qué quiero? Vete a la mierda, Seokjin. No me busques, no quiero volver a verte—esa era la primera vez que lo veía llorar, y le rompió el corazón ser la causa.

—Nam, yo no... Déjame explicarte las cosas, por favor.

También fue la primera vez que le pegó, y el golpe dolió menos que ver a que punto habían llegado.

Piernas ➳ y.m | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora