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"Decisiones dolorosas, desastrosas, deshonrosas"

La gente dice que las peores sensaciones venían tras sentirse demasiado bien por un buen tiempo, y Yoongi lo estaba probando por su propia cuenta. Tras haberse sentido como si su vida fuera todo risas por un tiempo ahora era incapaz de alcanzar su horrorosa silla de ruedas incluso cuando ésta se encontraba a menos de un metro de la cama.

El dolor que sentía era paralizante, por no decir aprisionante. Vagamente podía levantar el torso del colchón en el que se encontraba acostado, todo esto debido a su pierna. La maldita pierna arruinada. Se había despertado a las cinco de la mañana y todo lo que había conseguido desde entonces era gruñir como si de un animal moribundo se tratáse, deseando con todas sus fuerzas que pasara pronto para no sentirse tan inservible.

Expuesto. Débil. Incapaz.

Frotaba sus manos con todo el control que tenía la fuerza de emplear contra su tobillo tratando de detener el agudo dolor que comenzaba a ascender por toda su pierna. Se rehusaba a llamar a Namjoon, se rehusaba a llamar a Hoseok y estaba completamente seguro de que no iba a llamar a Jimin bajo ninguna circunstancia. No quería que lo viera en ese estado, prefería morirse de dolor que perder su orgullo de esa manera.

Sudado, adolorido y derrotado como se encontraba sostuvo su teléfono entre manos temblorosas llamando a la única persona que podía ayudarlo con el problema que tenía. El novio de su hermano mayor, Kim Seokjin. Su terapeuta desde hacía más de un año.

☾☾☾

La llegada de su muy alto terapeuta solo trajo discordia a su ya muy deprimente problema. Para empezar, no podía levantarse para abrir la puerta por lo que al entrar Jin tuvo que ir a su cuarto encontrándose con el desolado panorama que había en ese momento.

—Cariño, pudiste haberme llamado mucho antes. Solo mírate—se apuró en ayudarlo a recostarse mejor con la amabilidad que lo caracterizaba. Seokjin era la persona más dulce–omitiendo a Jimin, obvio–que conocía. Era atento, se reía como un lunático y se preocupaba por él como si fuera su madre. Su hermano tenía suerte de tenerlo, honestamente hablando. Namjoon era realmente inteligente, educado y gracioso. Pero era un maldito desastre con piernas, torpe como nadie más.

—¡Jesús, Yoongi! Debiste llamarnos más temprano, por el amor de Dios—reprochó su hermano desde la puerta, mirándolo como si fuese un cadáver en descomposición.

—No te llamé a ti, llamé a mi terapeuta—explicó apretando los dientes e intentando concentrarse en el sonido de los murmullos de Seokjin para no pensar en el ardor que le producía su pierna.

—¿Qué dices, poste? ¿puedes darme pastillas para el dolor o se me pasará?—se removió en la cama para mirarlo, preguntando medio en broma medio enserio. Pese a esto se desubicó por completo al escuchar lo que solía ser la voz extrañamente graciosa de quien lo atendía convertirse en un pedido serio, completamente carente de diversión o burla en su voz.

—Namjoon, ¿podrías salir? debo hablar a solas con tu hermano.

El sonido de las fuertes pisadas del antes mencionado moreno fue todo lo que siguió tras dicha pregunta y a su paso dejó un silencio sepulcral. No por que no supieran que decir, sino porque Yoongi ya sabía lo que venía y Seokjin no quería tener que repetirlo.

—No lo haré, Kim Seokjin. No voy a malditamente hacerlo, te lo juro por Dios.—susurró antes de que siquiera le fuera dicho algo.

Aún con los ojos cerrados pudo sentir al tipo intentar acercarse. Sabía que a esto se le sumaría caricias vergonzosas en el pelo, lamentos y muchos "debes" "tienes" o "necesitas". Apartó la gran palma de su rostro con un manotazo antes de que pudiera secar media lágrima.

Piernas ➳ y.m | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora