"Peligrosos desabalances"
Jimin estaba manejando las cosas de la peor manera posible y tarde se dio cuenta de que pagaría con creces. Arrastró los pies derrotado fuera del estudio de su madre. Del estudio de su padre. Del que pudo ser su estudio.
No sería capaz de pagar por el local ni aunque pasara el resto de su vida trabajando para ello. Incluso si tuviera el dinero necesario, no tenía tiempo, dado que los dueños actuales le habían ofrecido hasta final del año para comprar. De pronto se encontró pensando que se encontraba viviendo el peor agosto de su vida. Las cosas se le escaparon de las manos, lo que amaba empezó a dejarlo.
Sus ánimos de bailar ya no estaban, la sensación que producía el moverse de manera repetitiva en los pies tampoco. Se preguntó qué cosa amaba más, ¿era cierto que podía sacrificar su sueño de vida por Yoongi? ¿sería real poder abandonar a Yoongi por un pequeño estudio? desconocía la respuesta de ambas preguntas.
Estaba aterrado. Tenía tanto miedo que sentía sus manos temblar. En ese momento, en lugar de sentirse como un debilucho, se convenció de que era la persona más fuerte. En ese instante Jimin era la persona más capaz del mundo. Escondería su tristeza en el bolsillo trasero de su pantalón y sería feliz, porque eso era parte de su propósito. Él quería ese estudio, si. Pero principalmente quería ser feliz, por el mismo y por su madre. Ella solía decir que tenía la sonrisa más bonita del mundo.
En su camino al hospital medito sobre un estudio, problemas económicos y su relación sentimental. Ya estando a nada más que una cuadra del lugar pensó en qué estaría sintiendo Min Yoongi en ese preciso instante. En qué estaría pensando.
Ya llevaba dos semanas sentándose en un banco incómodo haciéndose las mismas preguntas. Ya no lloraba, porque sus ojos dolían mucho por hacerlo tanto, y era incapaz.
Yoongi no lo dejaba entrar. Tampoco a Namjoon, o siquiera a Hoseok.
No había dejado pasar a nadie más que a los doctores, porque era obligatorio. Y a estas alturas el corazón de todos estaba hecho trizas. Namjoon era un desastre en el taller, Seokjin se la pasaba susurrando cosas para sí mismo, y Taehyung no había hecho una sola broma desde el día de la operación.
En ese banco poco agradable se la pasaba mirando la puerta de la habitación de Yoongi, esperando que al abrirse algún doctor le dijera que podía pasar, que podía ver a su novio, que podía abrazarlo y decirle que nada había cambiado porque todo estaría bien.
Eso sería una mentira gigantesca, pero se sentiría mejor de alguna forma.
☾☾☾
—Jimin, cariño, despierta—el murmullo lastimero de Seok lo hizo saltar, despertando del sueño más corto que había tenido en mucho tiempo. Lo miraba como en derrotado, con los ojos muy hinchados y la nariz roja. Había llorado—El quiere que pases, cielo. El doctor me pidió que te llamara.
Se levantó tan rápido que se le nubló la visión, caminó lentamente hasta estar justo en frente de la puerta.
Y no sabía que debía hacer, porque al parecer su mantra le fallaba en el momento menos indicado. No era fuerte, con honestidad. Era débil. Era dependiente, y era un imbécil muy enamorado como para seguir con su vida normal.
Abrió la puerta con los ojos cerrados y las manos en la cara, regulando los latidos de su corazón con respiraciones muy profundas.
—Mirame, Jimin. Querías verme, y aquí estoy—su voz sonaba más ronca, más lenta, más rota.
Así lo hizo, levantó el rostro un poco y lo miró con sutileza.
Notó que lloraba porque las lágrimas llegaron a su cuello y no podía respirar con la presión del pesar en su pecho. Se fijó en que lloraba porque Min Yoongi hacía ese gesto tan suyo de mover los dedos frente a su rostro cuando está a punto de llorar o muy avergonzado. Se dio cuenta de que estaba realmente llorando, porque cuando intentó llamarlo cara dura su voz fue reemplazada por un quejido.
Solo pudo abrazar sus piernas entre sollozos, con demasiado miedo como para acercarse a tocarlo todavía. Se abrazó con tanta fuerza que dejó de sentir las yemas de los dedos por unos segundos, tratando de dejar de llorar o de dejar de sentir.
La gente de fuera escuchaba los sollozos, lo sabía porque escuchaba los de su hermano y Namjoon.
Volvió a ponerse recto y se esforzó todavía más en no llorar.
Su pierna no estaba, tenía una fea bata azul de hospital, su pelo se veía reseco y sucio. Ya no brillaba, ya no sonreía y no tenía esa aura de ingenio que lo caracterizaba.
La gota que derramó el vaso fue Yoongi levantando sus brazos como si pesarán un mundo con un puchero involuntario llamando a Jimin para que le diera un abrazo.
¿Quería correr o quería retroceder? ¿iba a lanzarse sobre el o mejor saldría de la habitación? ¿qué debía hacer? Caminó cabizbajo a él, con las manos hechas puños en su pecho.
Apoyó una mano en la cama, con la otra quitó el pelo pegado a la frente de Yoongi para darle un beso.
—Yo también estoy aquí, mi amor. Ya está, estamos bien, estás bien, estoy bien—lentamente se acurrucó a su lado con delicadeza, con cuidado de no lastimarlo o hacer algo mal.
Los sollozos de Yoongi adornaron el silencio y con eso Jimin tomó una decisión muy importante.
El iba a ser malditamente fuerte. Iba a tener ese estudio, iba a ser un mejor bailarín. Pensó que eso era lo único que podría aliviar el corazón de Yoongi. Verlo bailar lo sanaría. Verlo triunfar rellenaría el vacío que le dejó el fracaso.
Una nueva razón se agregaba a su objetivo.
Esa razón era el amor de su vida.
N/A: ¡Tarde pero segura!
No hay gracias suficientes para ustedes, no sabría explicar lo que se siente todo esto, jamás pensé siquiera que volvería a escribir alguna vez. Al parecer ahora tengo MUCHAS razones para seguir haciéndolo.
¿Les gustaría un especial 10k? de ser así, ¿qué me proponen hacer?All the love, ili.
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Piernas ➳ y.m |
Hayran KurguJimin es vigilado por el chico que vive frente a su estudio de baile y está perdidamente enamorado de el. Yoongi es un amargado inválido obsesionado con un rubio bailarín de preciosas piernas y enorme sonrisa.