Capitulo 39

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Narra Joanna

-Lo sé, lo sé, lo siento!- grité a la señora que me veía con expresión molesta mientras hacía sonar frenéticamente la bocina de su auto desde el otro lado de la calle. Sabía que no lograba escucharme pero al menos vería la pena en mi rostro y quizás eso le bastara para comprender que se trataba de una simple distracción.

Respiré profundo y suspiré, para luego apoyar nuevamente el pie sobre el acelerador y continuar viaje hacia el hospital.

Mi humor quizás no hubiera cambiado mucho luego de veinte horas seguidas de sueño, lo cual era de esperarse, porque a pesar de que mi cuerpo ya no funcionaba a costas de mi ''energía de reserva'', nada había cambiado al abrir mis ojos. Al menos estaba agradecida de que las constantes jaquecas hubieran desaparecido, al igual que los círculos morados bajo mis ojos y el temblor de mis manos.

El atestado Lambeth Bridge resultaba extrañamente reconfortante; el sonido de las llantas de los autos deslizándose sobre el concreto, la gente caminando tranquilamente por las aceras a ambos lados de la calle, la vista del río, fluyendo calmo y continuo...

...I'm gonna pick up the pieces, and build a lego house. If things go wrong we can knock it down...

Salté alarmada, manteniendo la vista en el camino a la vez que urgaba dentro de mi bolso en el asiento del acompañante para hallar mi teléfono móvil. "Lotería" pensé, a la vez que mis dedos rozaban el duro plástico del viejo iPhone 3 de mi madre. Deslicé el dedo por la pantalla y me lo llevé al oído.

-¿Hola?

-¿Ya estás viniendo? Richard tiene sólo media hora más...- me contestó una voz grave desde el otro lado de la línea.

-Argh, sí. Lo lamento, Niall. Me quedé dormida. Ya estoy en el puente, ¿sí? Llegaré en cinco..-

-¿¡Que todo esto no te sirvió de lección acerca de no distraerse mientras conduces?!

-Debo colgar- dije antes de que pudiera continuar sermoneándome, y finalicé la llamada.

No pude evitar que mis pensamientos se desviaran inmediatamente al accidente en cuanto mis ojos escrutaron el tráfico frente a mí. "Tranquilízate," me dije a mí misma. "Su intención no era recordártelo. Sólo está cuidando de ti."

Luego de haber aparcado el coche en el primer lugar libre con el que me topé, me apresuré hacia las puertas automáticas del hospital. El olor a lavandina y el frío característico del interior fue lo primero en asaltar mis recuerdos de todo lo sucedido durante el último mes; seguido por el constante sonar de teléfonos proveniente de la recepción y el murmullo de decenas de voces cual zumbido de avejas.

-Hola Mary, hola Stella- saludé rápidamente a las dos mujeres tras el mostrador del frente mientras me dirigía hacia el ala izquierda, algo que se había vuelto más que una rutina.

-Hola linda, aguarda!- llamó Stella. Me detuve en seco y volví sobre mis pasos, tratando de esconder mi agitación y no parecer grosera. -Luces bien, ¿te encuentras mejor?- preguntó amablemente.

-Um, sí, bastante mejor- sonreí débilmente.

-Me alegro por ti. Ya no necesitarás cruzar esas puertas, toma las de la derecha- señaló con la cabeza y me guiñó un ojo. Al ver mi expresión confundida, agrego: -Richard ya lo ingresó en Rehabilitación Física. No corre ningún riesgo así que lo trasladó al ala común.

-¿Él ha..?

-No, lo lamento cariño- me interrumpió. -Llevará un tiempo...-. Asentí y me encaminé al ala derecha. -Cuarto 306-gritó tras de mí.

Strong | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora