Capitulo 2

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Al día siguiente tenía clases, aunque no logre concentrarme mucho en ninguna de ellas. Me había quedado pensando en el momento incómodo de la noche anterior, a pesar de que Dylan se había esforzado especialmente en no mencionarlo. Sin embargo, había estado bastante callado y cortante tanto luego de la cena como en la mañana. Tenía un mal presentimiento, sentía que algo pasaría, aunque no estaba segura de qué exactamente. Y eso me asustaba. Mucho.

Esa misma tarde antes de regresar a casa fui al supermercado a hacer unas compras, después de todo, le había prometido una cena casera esa noche. Aún no sabía que prepararía exactamente, pero ya se me ocurriría algo. Mientras cargaba las bolsas en el baúl del auto intente llamar a Dylan, pero no respondió. Últimamente se estaba volviendo un hábito, y siempre presentaba alguna excusa distinta, que en realidad sonaba bastante convincentes como para desconfiar. Deje el carrito a un costado, me subí al auto y emprendí camino nuevamente hacia mi departamento. Una vez que llegue, arroje el juego de llaves sobre uno de los muebles del hall.

-¡Llegué!- anuncié mientras me dirigía a la cocina. De repente, se apareció una chica a mitad del pasillo cortándome el paso. Quede inmóvil y las bolsas se deslizaron de mis manos, dándose contra el suelo en un golpe sordo. Llevaba una toalla que envolvía su cuerpo, aún húmedo y una toalla más pequeña con la cual de secaba el pelo despreocupadamente. Me miro de arriba a abajo de manera incrédula, mientras yo luchaba por no dejar paso a las lágrimas.

-Err, ¿y tu eres...?- pregunto de manera despectiva. Justo en ese momento apareció Dylan trotando, a medio vestir. -Kate, ¿qué haces?- dijo aún mirándola a ella, hasta que siguió con la mirada al lugar que ella enfocaba. -Oh no. Mierda. Jo, por favor escúchame. Yo te lo puedo explicar...- comenzó a suplicar.

Sin decir una sola palabra, tome nuevamente mis llaves y me dirigí hacia la puerta, dejando las bolsas donde estaban. Mientras bajaba las escaleras, me sentía catatonica. En verdad no sabía como explicar lo que sentía; ni siquiera entendía que era lo que sentía. Me sentía vacía por dentro, sin ninguna emoción; pero intranquila, ya que a pesar de no lograr asimilar lo que acababa de ver, algo se sentía mal. Apenas llegue al estacionamiento caí en la cuenta de que había dejado las llaves del auto dentro de una de las bolsas de supermercado, por lo que apuré el paso por si a Dylan se le ocurría perseguirme, y me dirigí a uno de los lugares que más tranquilidad me brindaba: El Río Thames. Creo que esa fue la caminata más larga de mi vidau En las calles no había un alma, ya que vivíamos en una especie de "zona suburbana". Las luces de las casas su estaban encendidas, ya pesar de ello la ciudad se me asemejaba a un agujero negro. Deje que las lágrimas corrieran por mis mejillas, mientras mi pecho emitía torpes gimoteos similares a un hipo. Al llegar a lo destino, me senté en uno de los bancos de concreto ubicados en la orilla, y simplemente me límite a observar las estrellas y a escuchar el sonido del agua fluyendo, mezclado con el sonido de mis gimoteos y el de la azotante lluvia que acababa de comenzar.

Una voz sonó detrás de mi, sobresaltándome por completo.

-Umm... ¿te encuentras bien?-

Strong | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora