Capitulo 27

245 15 0
                                    

Narra joanna

-¿No encontraste nada más que ponerte?- rió Zayn al ver mi cuerpo abarrotado en gorro, bufanda y guantes. Entrecerré los ojos, echando un vistazo rápido a mi propia ropa.

-Al menos no estoy usando chaqueta de abrigo- dije con una mueca. Sonrió y asintió. Tomó una de mis manos enguantadas, acercándose a mí, y movió levemente hacia arriba el gorro de lana que llevaba en mi cabeza.

-Ahora sí logro ver tus ojos- me sonrió y tuve que mirar al suelo para esconder mis mejillas en llamas; este chico me hacía ruborizar demasiado, lo hallaba intimidante.

-Así que..-rompí el silencio.- ¿Adónde me llevarás?

-A tu trabajo- comenzó a alejarse lentamente-. En realidad, todo ese abrigo te será útil; espero no te moleste nuestro medio de transporte...

Y fue en ese momento que noté la gigantesca motocicleta negra aparcada a la orilla de la calle; un casco blanco colgaba de uno de los extremos del manubrio, mientras que otro, gris metalizado y más grande, descansaba sobre el asiento. Tomó el casco blanco y volvió a donde yo me encontraba, boquiabierta.

-Mis hermanas utilizan este, pero creo que a ti te irá bien...-me lo colocó y lo ató por debajo de mi mentón. Sonrió satisfecho al ver que su suposición era correcta. -¿Lista? -Tragué ruidosamente y negué con la cabeza; rió ante mi expresión y me tomó de la mano. -Todo estará bien, lo prometo.

El viaje no fue tan aterrador como temía, supongo que el ir aferrada a Zayn era bastante tranquilizador; aunque la mayoría de las veces enterraba el rostro contra su espalda para ahuyentar las náuseas que me provocaba ver el paisaje pasando en una nube borrosa de verde, gris y blanco.

A medida que el camino desaparecía debajo nuestro, mi miedo se fue disipando, y fui capaz de admirar los interminables campos que se extendían a ambos lados del camino; no había casi vegetación, ya que habían sido destruidas en su mayoría por las heladas. Sólo restaban vastos espacios de tierra arada, y alguna que otra cabaña situada a lo lejos, al final de un largo sendero que se abría paso varios kilómetros adentro. Esta imagen se repetía cada uno o dos kilómetros de recorrido.

Varios minutos más tarde, ingresamos por una tranquera blanca que se encontraba abierto; el camino dirigía a un enorme galpón situado en el centro del terreno. A su lado había una casa mediana de tejados de chapa, sólo dos ventanas situadas al frente y al costado de la misma. No se encontraba a oscuras, pero era evidente que no estaba habitada, a pesar de que se lograba divisar el mobiliario desde afuera.

-¿Dónde estamos?- pregunté curiosa a la vez que me ponía en pie y comenzaba a quitarme el casco. Rió silenciosamente.

-Ya lo verás...- comenzó a arrastrar la motocicleta hasta situarla debajo del techo del porche, haciéndome señas para que lo siguiera. Sacó un juego de llaves del bolsillo interior de su chaqueta y procedió a abrir la puerta. En cuanto abrió la puerta, fuimos recibidos por una oleada de ladridos, aullidos y maullidos, todos provenientes de ese primer cuarto. Encendió una de las luces y logré ver el escenario completo.

Dos largas hileras de jaulas de igual tamaño se disponían a ambos lados contra la pared. Comencé a caminar lentamente hasta donde se encontraban, para poder tener una mejor vista de cada una de ellas. Eran perros en su mayoría, sólo unas pocas contenían gatos en su interior. Cada uno de ellos completamente limpios y en perfecto estado, pero aún así, desesperados por salir de esa diminuta caja metálica que parecía ser su único hogar.

Me di la vuelta y Zayn aún se encontraba en la puerta, observando cada uno de mis movimientos.

-¿Me trajiste a una perrera?- pregunté incrédula. Por más buen estado que presentaran estos animales, no podía evitar pensar el cruel destino que les esperaba a la mayoría. Rió ante mi expresión de pánico y se acercó a mí rápidamente.

-No es una perrera, tontita- me tomó del rostro. -Es un refugio de animales, todos ellos están en adopción. Sólo están en sus jaulas cuando no hay nadie alrededor para cuidarlos...

-Entonces, no sacrificarán a ninguno de ellos..

-¿Qué? No, por supuesto que no! Ni siquiera trabajaría aquí si ese fuera el caso. Hay más animales en el otro cuarto, en su mayoría aves y algún que otro animal silvestre...Pero ven conmigo, te quiero presentar a alguien..- me tomó de la mano y me guió hasta un cuarto que se encontraba al final de un pasillo; nuevamente, utilizó una de las llaves para ingresar. -Éste es Jake-

En cuanto abrió la puerta, un perro de pelaje negro y ojos marrón chocolate se abalanzó contra mí, alzando sus patas delanteras hasta quedar apoyado en mi estómago.

-Wow, sí que tiene confianza- dije, casi sin aliento. Rió y ayudó a quitármelo de encima. Algo en ese perro me resultaba muy familiar, pero no lograba descifrar qué exactamente.

-Eso es porque te conoce..-explicó. -Él es el perro del parque, Jojo...-notó mi expresión confundida. -Sólo que bastante más limpio y alimentado que unos días atrás..

Sin decir más, lancé mis brazos alrededor de su cuello y lo abracé; el rió ante mi torpeza pero me devolvió el gesto.

-Sí quiero el trabajo...-murmuré contra su hombro. Se alejó un poco.

-Bien- sonrió ampliamente. -Entonces será mejor que empecemos ya..

Strong | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora