ZeusKaramatsu | OsoKara

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Hace muchos años sus fieles se habían ido, ya casi nadie recordaba al dios del trueno Zeus cosa que le hacía enojar y hacee pucheros impropios de una autoridas como el, pero no importaba, ni siquiera las mujeres de ahora le llamaban la atención debido a que la gran mayoría no eran más que hermosuras a base de maquillaje o esa cosa que los humanos llamaban Photoshop. Se deslizo por su trono fastidiado por lo que decidió moverse en las nubes de lluvia para observar a los humanos moverse para refugiarse de la sorpresiva lluvia y para darle un poco más de emoción a las cosas añadió unos cuantos truenos riendo por los chillidos que lograba arrancar en los menores.

Asi siguió varios minutos hasta que su vista carmesí se detuvo en un chico de brillante vestimenta para la lluvia que le causó un extraño crujido en su costado derecho y se llevó un mano a este para evitar que el dolor fuese más intenso.

-¿Pero en verdad los humanos son semejanza a su creador?

Lanzó una burla para moverse mirando mejor al humano ya que había logrado encender su curiosidad. Fue a dar a una casa rústica de dos pisos y se asomo por la ventana encontrándose con la escena del joven veinteañero cambiándose de prendas por unos shorts de mezclilla bastante cortos que dejaban a la vista su bien formado trasero sumado a sus piernas fuertes.

-No está nada mal.

-Mommy, ¿quieres que te ayude con la cena?

Al verlo salir pudo entrar a la habitación donde el aroma de otras cinco personas llegó al dios supremo del Olimpo y tomó entre sus manos algunas cosas para poder identificar a cada quién encontrando una semejanza con uno de los hermanos sonriendo por esto de forma amplia para después desaparecer del sitio.

-Ey Karamachu~.

Levantó los lentes negros para sonreírle a su hermano mayor.

-Ey brother, ¿que te ha traído hasta aquí?

Hizo una pose un poco extraña pero el de sudadera roja lo dejó pasar y tomó del brazo al de chaqueta de cuero.

-¿Porque no vamos a tomar algo? Pasemos tiempo de calidad entre hermanos~

Aquello iluminó el rostro del segundo sin saber que decir asintiendo a las palabras del mayor cosa que hizo sonreír ampliamente a quien usaba la sudadera del mayor de los sextillizos.

¡Omedetto Otanjobi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora