HooHaku.

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Hakutaku no era bueno dibujando, para nada, pero el creía que si, ¿porque Momotaro le estaba gritando que dejara de hacer lo que hacía? Solo quería demostrarle al amargado demonio que tenía por pareja cuanto le amaba.

-¡Ahora ve al infierno y dile a Hoozuki-kun cuanto lo amo!

Grito a la gran criatura de tinta y papel a la cual le había dado vida.

-Nyan~

Esta simplemente saltó al precipicio cayendo de forma abrupta al infierno, llamando la atención de todos, condenados y demonios por igual.

-¡El señor Hakutaku ha enviado un mensaje!

El demonio de cabellos albinos observó a la gran bestia de papel acercarse con su insesante "Nyan" hasta el palacio del gran rey Enma.

-¿Que esta pasando?

Con su típico rostro apacible observó la gigante creación de aquella deidad china, irrespetuoso, demasiado afectivo, empalagoso y muchos defectos más que prefería no mencionar. Tomó su mazo poniéndolo en su hombro para caminar hasta aquella bestia ante la mirada de todos los sirvientes del inframundo.

-Nyan~

Aquel ser extendió una de sus patas mal dibujadas hasta el demonio de cabellos lisos y cara de póker, este por su parte tomó lo que tenía entre sus manos siendo esto un bello ramo de flores, igualmente dibujadas pero estas parecían tener mucha dedicación.

-Enma-sama, tomaré un pequeño descanso.

Y con esto último subió al "animal" para que lo llevara hasta los límites celestiales. Al llegar a aquel local de medicina herbal entró como si nada, sin saludar ni mirar si había alguien más que el dueño.

-¡Hoozuki-kun! ¡Has venido a verme!

Las mejillas de la deidad china se mostraron de un leve rosa por lo que salto a abrazar por el cuello al demonio frotándose melosamente contra la mejilla del contrario.

-Eres un idiota, ¿porque debes ser tan demostrativo?

-Es que me han dicho que ay ciertas chicas que se te acercan demasiado y sabes que soy muy celoso, soy una deidad pero nada me asegura que me seas infiel, maldito demonio cara de póker.

Aquello solo desato una guerra de insultos, seguido de objetos voladores, poderes dentro del pequeño local, el techo volando para caer en su lugar nuevamente.

-¡Ah moooo! No vuelvo a ser nada cariñoso, estúpido Hoozuki.

Ya había entrado en la faceta de berrinche.

-Eso estaría bien, yo sé que muchos están enterados de nuestra relación pero no deberías simplemente anunciarlo como algo maravilloso.

-Si, ya sé que yo no soy maravilloso para ti.

Su labio inferior tembló ante esto, sabía que el demonio era así, directo e insensible, pero lo amaba, suspiro y se dio la vuelta solo para toparse con los labios del demonio presionando los propios provocando un enorme sonrojo en su rostro.

-¿Hoozuki?

Jadeo cuando el asistente del rey Enma deslizo su lengua del interior de su boca.

-Pero no dije que no lo fueras, graba bien estas palabras en tu cabeza hueca, ex mujeriego, te amo.

Aquello sorprendió por completo a la deidad china.

-¡Hoozuki! ¡Te amo! ¡Yo también te amo! Y ahora que estás aquí, vamos a follar.

¿A donde había ido el meloso Hakutaku? Bueno, no es como si le molestara realmente, lo cargo cual saco de papas mientras este reía muy entretenido al parecer desapareciendo tras la puerta de la habitación de la deidad.

¡Omedetto Otanjobi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora