Cazador de ángeles|OsoKaraFem

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Haber salido de las profundidades del infierno para al fin darle caza a los servidores de Dios había rendido frutos, herida, cansada y con su lanza en manos mientras la corona de flores se movía buscando restaurar la energía pérdida debido a la reciente pelea hizo sonreír al demonio con ropas de cura. La furia escarlata nuavemente se lanzó contra la albina de ojos azules que apenas logró esquivar aquel fuerte agarre que se le venía encima y al moverse no dudo en lanzar ataques que parecían más bien golpes desesperados ya que su contrincante incluso se había atrevido a reírse mientras los esquivaba. Apareció detrás de ella tomando uno de sus voluptuosos pechos apretándolos con su mano arrancando un alarido de dolor combinado con algo más que la joven ángel no supo identificar.

-Eres algo terca y te haces la difícil, déjame mostrarte el verdadero paraíso, uno donde no necesitas alas.

Sus dedos se posaron en la blanca ala derecha de la ojiazul que grito removiéndose de forma violenta ante el tacto.

-¡No toques mis alas! ¡Suéltame demonio!

Cuando soltó aquella frase el de ojos carmín volteó su rostro uniendo sus labios en un apasionado beso que le hizo olvidar hasta como respirar mientras sus mejillas se encendían extrañandose por el calor acumulado en su rostro.

-Eres un desperdicio, tu cuerpo es de pecado y sirves a un dios aburrido que seguro se masturba mientras tu tomas tus baños en aquellas celestiales fuentes.

-No oses insultar de esa manera a mi señor...

-Me pone muy celoso que lo llames de esa forma, prefiero ser el único al que llames de esa manera.

Su verdadera naturaleza salió por completo a flote asustando completamente a la querubín que se dio cuenta de con quien se encontraba peleando no era nadie más que el rey del inframundo, quién alguna vez estuvo diapuesto a darlo todo por el creador.

-Sátanas...

-El mismo~.

Su risa burlona hizo temblar a la de ojos azules y optó por huir de esa batalla, intentó desaparecer pero su energía aún no regresaba y sus alas ante el toque del demonio se habían puesto de un color turbio, dolía el moverlas.

-Nos vamos a divertir mucho.

Se relamió los colmillos y apresó la cintura de la menor sonriendo complacido por la suavidad de aquellos pechos pegados a su cuerpo, sin perder tiempo unió nuevamente sus labios haciendo al ángel caer en el pecado de la lujuria. Sus manos se movieron a los costados de la ojiazul tomando entre sus manos la base de sus alas unidas al cuerpo arrancando ambas desde la unión de la espalda sonriendo complacido por el alarido de dolor que la ángel soltó cuando sus alas fueron arrancadas. De las heridas nacieron pétalos carmesí en lugar de sangre y entonces supo que el ángel frente a el era la elegida de aquel dios pajero para llevar en su interior a quien le derrotaría.

-Que suerte tengo.

La levantó entre sus brazos tomando nuevamente la forma de un cura mientras los largos cabellos blancos de la joven acariciaban sus brazos y esta yacía desmayada por el abrupto arranque de sus alas.

¡Omedetto Otanjobi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora