10- Bermellón

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-3 de Abril de 2016

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-3 de Abril de 2016

Las cosas iban tan malditamente bien. Creo que nunca en mi vida había sido tan feliz como desde que él llegó a mi vida. Ni siquiera el baile lograba llenarme de la manera en que Jimin lo hacía. Todo era perfecto.

A pesar de que él tenía su propio apartamento en la ciudad, solía venir a quedarse conmigo varios días a la semana. Nos veníamos juntos después del trabajo, pasábamos a comer algo de camino o pedíamos pizza o algo por el estilo si nos apetecía comer en casa. Comprábamos golosinas y veíamos películas en el sofá hasta dormir o hasta que surgiera algo más interesante que mirar la pantalla de la televisión lo cual era un 70% de las veces.

Hacíamos carreras hacia el dormitorio y competencias de comida.

Hacíamos el amor una y otra vez. En la habitación, en la cocina, en la ducha, en el sofá, en el balcón, en la alfombra. Nuestros cuerpos se conectaron desde el primer momento. Todo era un perfecto engranaje. Su piel pálida y suave, no podía dejar centímetro sin recorrer. Me gustaba explorar todos sus rincones. Contaba y besaba sus lunares hasta el cansancio. Recorría sus vértebras con las yemas de mis dedos. Conocía cada pliegue alojado en su cuerpo. Navegaba y me perdía en sus labios. Y no quería ser encontrado.

Aveces en la madrugada escuchábamos el sonido de la lluvia desde el balcón envueltos en una manta. Pero la manta era inútil para mi ya que el calor de su cuerpo junto al mío era todo lo que necesitaba para mantenerme cálido.

Él dormía acurrucado en mis brazos con la excusa de que necesitaba abrazar algo para dormir. Nunca creí en eso pero me encantaba que intentara ocultar sus ganas de abrazarme bajo esa idea.

Por las mañanas preparábamos desayuno juntos. Uno de mis paisajes favoritos era verlo con calcetines a medio arreglar, bóxer y una de mis camisetas -que a pesar de yo ser delgado, le quedaban enormes de igual manera- preparando huevos revueltos mientras tarareaba alguna canción y se movía de un lado a otro.

Los fines de semana nos recostábamos cerca de la chimenea eléctrica a leer y beber chocolate caliente. Adoraba limpiar la espuma de chocolate que quedaba sobre sus labios. Sabía más dulce que el que había en mi tazón.

Todo lo que yo quería él lo tenía. No lo puedo explicar pero él hace todos mis sueños realidad. Ya nunca volveré a ser el mismo. No sé si estoy soñando o estoy despierto.


Sunshine Pleasure - Hopemin/JihopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora