Capítulo I

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Lara:

-No, le dije que lo quería descremado. Odio la crema, y esto tiene mucha crema, bastante crema, demasia...-

-Bien, ya entendí, tiene mucha crema; señorita, démelo para cambiárselo-
Respondió pacientemente la cajera.

-No ¿sabe qué? no se lo voy a dar ahora-
Contesté de una manera ridículamente desafiante.

-¡Ay solo dale el estúpido café!-
Dijo una chica que estaba detrás de mi en la fila.

-Sabes, pues ahora no se lo voy a dar por tu actitud chica ¡Oh sí! ¡Ella retrasa la fila!-

-¿Disculpa? ¡Eres tú quien lleva más de una hora reclamando por un tonto vaso de café!-

El resto de la fila comenzó a decir, más bien, gritar "¡Sí!", "¡Ya mejor vete!", y cosas por el estilo.
Yo en cambio, solo voltee y los miré amablemente para luego decir:

-A ver, levante la mano... ¿A quién le pedí su opinión?-

Todos los que estaban en la fila empezaron a discutir conmigo, hasta que la voz dulce y débil de la cajera, me dijo temblorosa:

-Pero señorita, es verdad que ya lleva más de una hora reclamando que su café esta muy caliente, que por qué no tiene leche, que le falta azúcar, que no tiene suficiente canela, y ahora que no está descremado-

-Bueno pues tal vez deberían ser más eficientes a la hora de tomar una orden-
Respondí tajante.

-¡Pero solo pidió un café negro! ¡Sus reclamaciones no tienen ningún sentido!-
Volvieron a gritar desde la fila.

-¡Sus quejas son las que no tienen sentido!-
Respondí.
-¿Acaso no saben que el cliente siempre tiene la razón?-

-Amm, señorita, su teléfono está encendiéndose, creo que tiene una llamada-
Dijo la cajera.

-Ya sé que tengo una llamada, ya sé que tengo un empleo, y ya sé que pedí negro el café, pero hoy en particular estoy muy estresada como para seguir discutiendo, así que solo dame la maldita bebida, toma el maldito dinero, y me iré a mi maldito trabajo ¿Ok? ¿Todos contentos? Adiós.-
Dije y le arrebaté el vaso a la cajera, al mismo tiempo en el que azotaba un billete en la barra.

-Pero me dio cien dólares...-

-Solo cierra la boca y considera el cambio como propina... Hasta nunca-

-Pero... ¿Gracias?-

Fue lo último que pude escuchar ya que me dispuse a salir lo mas rápido de allí.

Al estar fuera, noté que la ligera llovizna de hace un rato, se había convertido en una tormenta, y que yo no llevaba paraguas.

-¡Grandioso! ¿Qué sigue? ¿Granizo?-
Grité furiosa al cielo.

Mi teléfono que ya había dejado de sonar, volvió a encenderse indicando una llamada.

Contesté.

-Torres... Ajá... Ajá... Ok... Voy para allá ¡Taxi!-

Corrí hacia el taxi e indiqué;

-A la Agencia Central del FBI-

-¿Se refiere al FBI-

-No, a la CIA... ¡Claro que me refiero al FBI maldita sea!-

-Perdón, yo solo...-

-¡Solo dese prisa!-

-Está bien señorita-

El conductor aceleró lo más que pudo, pero el tráfico le impedía avanzar más.

El Misterio Del BrasierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora