Capítulo IX

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Se paró a una distancia muy impertinente de mi (demasiado para mi gusto) y en la blanca luz lo pude ver mejor. Después de once largos años de nuevo lo tenía frente a mi. Vestido con un traje negro que resaltaba sus trabajados músculos; una camisa sin corbata desabrochada del pecho. Se notaba que acababa de llegar de algún evento formal. Lucía increíblemente bien con su cabello castaño revuelto, y esos ojos azules hipnotizantes que te decían todo con sólo verlos...

Me perdí en su mirada. Un cosquilleo indeseable me invadió provocándome miles de sensaciones. El profundo y hermoso color de sus ojos no me permitían apartar los míos de observarlo.
En mi mente se comenzó a reproducir Close To You de The Carpenters, y el mundo entero parecía desaparecer a mi alrededor, cuando incontables recuerdos proyectaban imágenes en mi cabeza.

-Lara-
Su voz me sacó de mi ensoñación.

-Perdona, yo... Perdón-

Maldito imbécil. Aún después de tantos años me seguía afectando.

-¿Qué estás haciendo aquí?-

-Necesito un favor-

-Y viniste hasta New York para perdímerlo-

-Para empezar, no vine hasta New York, vivo aquí. Y no estaba segura de si seguías en este lugar, solo vine a probar suerte-

-¿Vives aquí?-

-Escucha no tengo tiempo para responder preguntas ¿se supone que eres millonario ahora no?-

-Ah, claro ya entiendo. Descubres que tu amigo al cual dejas de ver por varios años se vuelve millonario, y mágicamente te mudas a New York para "pedirle un favor"-

-Pues lamento haber desaparecido de tu vida amigo. Y créeme que aunque me encantaría aclarar mis intenciones de "interés por ti" no puedo, tengo trabajo que hacer y necesito transporte-

Una sonrisa sarcástica se pone en su rostro... Su bello rostro esculpido por Ángeles que... ¡Lara concentrate con un demonio!

-No puedo creer tanto cinismo de tu parte-
Dice con desprecio.

-Linden de verdad quisiera explicarte que sucede pero ya no tengo tiempo, necesito llegar al otro lado de la ciudad y el tráfico está estancado hace más de tres horas. Tú calle estaba justo al lado de mi taxi varado.-

-Ni siquiera un "¿cómo estás?" Enserio no te reconozco.-

Lanzo un grito de desesperación:
-¡Agh! Bien, me voy, no sé por qué se me ocurrió venir aquí en primer lugar-
Doy la vuelta para tomar el ascensor y regresar a la calle, pero una mano fuerte sujeta mi brazo sin dejar que me mueva.
-¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame!-

-Te ayudaré sólo si me dices que sucede y por qué estás en New York-

-Es lo que pretendía en un principio pero al parecer no lo entendiste a mi manera-

-Bien-

-Bien-

-Sígueme-
Dijo y dio la vuelta para subir las escaleras a la siguiente planta de su suit.

Yo fuí tras él no dejando de admirar la belleza y enormidad del lugar donde me encontraba.

Finalmente llegamos hasta la azotea, en donde un helipuerto bien asegurado tenía un helicóptero estacionado como si fuera un juguete nada más.

-Tienes un helicóptero-
Dije sin ocultar mi asombro.

-¿Dijiste que querías transporte no?-

-No me refería a esto-

-Pues no creo que mi limusina te sirva de mucho con el "embotellamiento" de allá abajo, y mi Jet privado pasea por Montreal, así que esto es lo que tenemos-

El Misterio Del BrasierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora