Prólogo: Pesadillas

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La lluvia golpeaba la ventana y me producía tranquilidad. Mi habitación pequeña era muy acogedora, pero todo estaba en tonos grises y negros, eso significaba que era muy de noche.

Esa noche que se lleva todos los colores para tan solo dejar aquellos que sobreviven en la oscuridad.

' La Campanella ' empezó a sonar por toda mi habitación, alguien estaba tocando el piano, pero yo estaba sola. Mi madre murió hace años por una mala operación, mi padre tiene una empresa en el extranjero que le produce muy buenos ingresos, pero hace que no tenga tiempo para estar en casa, por lo tanto he crecido sola, he aprendido a vivir con aquello que me enviaba mi padre y con el nulo cariño que recibia de él.

Me levante de la cama para investigar de donde procedía la melodia, no tenía miedo, solo estaba curiosa, por que de la forma en la que tocaba parecía que le hubieran roto el corazón en mil pedazos. Cuando llegue al salón de la planta de abajo, solo estaba mi piano de ébano blanco, pero nada más, nadie más.

Las teclas tampoco se movian, la música procedía de otra parte.
Entre al comedor y en lugar de la mesa larga de madera negra, había un piano, negro y enorme y una figura masculina tocando el piano.
Me quedé parada, no asustada por si era un ladrón, si no, curiosa. Por la manera en la que sus manos ligeras tocaban las teclas.
Entonces, me entró el pánico cuando de las paredes empezó a chorrear un liquido rojo, al momento supe que era sangre.
Entonces me di la vuelta para salir corriendo, pero no había puerta por la que salir, estaba aislada completamente con aquel chico.

Entonces la figura masculina se levanto y se fue acercando más y más a mi, no podía verle la cara por que no tenía rostro, pero si el pelo, plateado, como la hoja de un cuchillo.

Entonces de repente el suelo empezó a inclinarse y ambos caímos hacia los grandes ventanales del salón que al instante se rompieron. Caímos unos cuantos metros, pero a pesar de eso, no tenía miedo. Ante mi tenía una ciudad de luces y empezamos a caer muy poco a poco, lentamente. La cuidad de repente se apago, como si toda la ciudad de hubiera quedado sin luz y todo empezó a arder.
Antes de despertarme fatigando, aquel joven sin rostro me cogió y me rodeo con sus brazos y antes de que mi sueño se volviera oscuro, el joven sin rostro mostró sus ojos color café.

Otra pesadilla.

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