Capítulo 22

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La luna brillaba aquella noche, iluminandolo todo, aunque a Sam no le importaba, en aquel momento solo sentía el sabor metálico de la sangre en su garganta, el aire helado entrando y saliendo con prisa de sus pulmones, el viento gélido se sentía como cuchillas en su piel. Corría con todas sus fuerzas a través del bosque nocturno, escapando de la criatura que trataba de acabar con ella. Tenía un par de cortes abiertos en la espalda y en el muslo, aunque no cojeaba, no podia permitirselo, sino moriria y no tenía fuerzas para enfrentarse a aquella criatur extraña que intentaba matarla sin motivo alguno. Solo le quedaba huir y esperar refuerzos pues ella estaba demasiado débil y había perdido el arco y la espada, tampoco tenía abrigo pues el monstruo lo había hecho trizas con sus garras y solo dificulta su movilidad. La rapida regeneracion de tejidos característica de los licantropos brillaba por su ausencia, consecuencia de la gran pérdida de sangre. Sam aullaba asustada esperando respuesta de la manada hasta que de repente escucho un estruendo detrás suyo, un fuerte alarido de dolor que le causo dolor intenso a su sentido del oído superdesarrollado. Por un instante perdió el equilibrio, cosa que le hizo caer al suelo al tropezar con una raíz, no se pudo levantar ya que no tenía fuerzas suficientes en la pierna por culpa del corte todavía abierto, se resignó a morir devorada por aquella criatura o el posible monstruo que hubiera sido capaz de causar que aquello sintiera tanto dolor. Se quedo tirada en el suelo y en aquel momento sintió dolor en todo el cuerpo, fue consciente de lo magullada que estaba, sentía el pulso acelerado en los oídos, las manos le quemaban del frio, sentia que se desvanecía, había perdido mucha sangre... Había cerrado ya los ojos esperando su fatal final cuando sintió una calidez inesperada acompañada de una sensación suave en su piel, no podia abrir los ojos, no tenía fuerzas, pero sintió como unos brazos amables la levantaban, apoyando su peso en el torso de aquel desconocido que la llevaba en brazos. Entonces antes de perder el conocimiento escuchó una voz femenina muy familiar decirle "tranquila ya estamos aquí, hemos venido a ayudarte pequeña".


Rebecca oyó un aullido de auxilio, salió de su cabaña, era una noche de otoño, ya se había recuperado de la batalla del año anterior en el inframundo. Había asumido el papel de líder de manada a tiempo completo, seguia viendose con Ocarina cada luna nueva. Desde aquello apenas habia tenido ningun incidente grave, solo algunos problemas típicos de "cachorros" (a los licantropos naturales al llegar a la adolescencia, entre los 16 y los 18 empiezan a sufrir sus primeras transformaciones durante la luna llena, a quellos que se encuentran en esa época se les llama cachorros). La manada había crecido un poco, gracias a Rebecca el poblado del bosque había mejorado mucho, la calidad de vida era mejor y la manada estaba feliz, era una líder respetada y todos confiaban en ella, en aquel momento era el licantropo mas fuerte de la zona y gracias a eso había hecho varias alianzas con manadas cercanas más pequeñas. Al oír el aullido de auxilio inmediatamente reunió al grupo de caza de la manada, el cual estaba formado por los licantropos mas fuertes y veloces de la manada, eran los encargados de la protección de la aldea y del resto del grupo. Se prepararon, y salieron en busca del origen de la llamada de auxilio. Estaban recorriendo el bosque a gran velocidad hacia la dirección del sonido y escucharon otro aullido igual, esta vez más cerca, fueron hacia la fuente del aullido y cuando empezaron a avanzar escucharon crujidos de madera, como si los árboles se partieran. Rebecca preocupada por la seguridad de quien necesitara ayuda aceleró derecha hacia los crujidos, a lo lejos vio una criatura enorme, viscosa, con escamas, que caminaba a cuatro patas rompiendo los árboles a su paso, sin detenerse, como si persiguiera algo, entonces olió sangre de licántropo y sin pensarlo dos veces trepó un árbol y se impulsó en el con sus patas traseras, ya transformada, saliendo despedida como una bala hacia aquel monstruo enorme. Impactó contra el monstruo con las garras abiertas clavandolas en su cuello a través de su gruesa piel que parecía cuero gris. Le desgarró la nuca mientras el monstruo caía al suelo por el impacto y soltaba un horrible alarido de dolor. Al tocar el suelo se desvaneció como si fuera humo, desapareciendo. Rebecca se giró buscando con la mirada a quien había pedido ayuda y vió una chica joven, de cabello largo completamente blanco tirada en el suelo, vestida de blanco, aunque tenía la ropa destrozada, sucia y llena de sangre, tenía los ojos cerrados, pero respiraba con fuerza aunque su respiración empezaba a relajarse. Se quitó el abrigo y se lo puso a ella pues solo llevaba unos pantalones y una camiseta corta y hacia mucho frio, el invierno estaba a punto de llegar pero allí ya estaban bajo cero. Una vez la tapó con el abrigo de piel, la cogió en brazos con cuidado y una vez reunida con su grupo y el lugar estuvo asegurado partieron hacia la aldea para poner a aquella muchacha a salvo. No la habia visto nunca pero todavía era joven, debía tener cerca de 18 años acabando la etapa de cachorro. Al volver Rebecca decidió llevarla a su cabaña, la tumbó en su cama, poco después llegó Gabriel a quien había avisado mandando a uno de sus subordinados a buscarle. Gabriel curó las heridas de la joven pero había perdido mucha sangre y estaba en una situación crítica. Necesitaba una transfusión de sangre, la sangre de licántropo era universal, es decir que un licántropo cualquiera puede donar a otro licántropo sin importar la manada, el género o el linaje, la única excepción eran los lideres de manada y los lobos solitarios. Los lideres de manada(alphas) solo podrán recibir sangre de otros alphas, pero podían donar a todos los licántropos, sin importar su rango. Los lobos solitarios solo pueden dar y recibir de otros lobos solitarios o recibir de alphas, pero en ese caso deben unirse a la manada. Al parecer esta chica era un lobo solitario, pero si Rebecca le daba sangre a aquella chica esta se vería obligada a unirse a la manada, pero no podían esperar a que despertara. Por suerte empezó a abrir los ojos despacio, hizo una mueca de dolor al intentar incorporarse y volvió a tumbarse.

- Bienvenida, estas en mi casa, soy Rebecca, la líder de la manada que controla todo el bosque, ¿tu como te llamas?

- Sam...

- Bien, Sam, el caso es que hemos visto que no perteneces a ninguna manada, pero necesitas una transfusión de sangre urgentemente o podrías morir, pero no conocemos ningún lobo solitario que pueda dártela, así que solo puedo ser yo, pero en ese caso estarías obligada a unirte a mi manada, te parece esto bien?

- Si, adelante, por favor, te estaba buscando, quería... -se desvaneció antes de acabar la frase. Inmediatamente Gabriel lo preparó todo para hacer la transfusión de sangre.


Sam despertó en un lugar que no recordaba haber visto nunca, estaba en una cama muy comoda con sabanas negras muy suaves y agradables, como si de terciopelo se tratara, la habitación era muy luminosa, habia un par de estanterías llenas de libros, una mesa con un ordenador apagado, y un armario enorme pegado a la pared. A su lado vio a Rebecca, dormida en un sillón, con ojeras muy marcadas, estaba muy pálida, recordaba haberla visto y que le dijera su nombre como si hubiera sido un sueño, después recordó que le había dado permiso para recibir su sangre, se miró el brazo, llevaba un camisón de seda blanco y una bata también de seda de color azul cielo, se apartó la manga en busca de una marca de aguja y allí estaba. Se incorporó, quedando sentada en la cama, pero se mareó, se sentia muy debil pero ya no le dolia nada. Rebecca empezó a despertarse, al ver que Sam estaba despierta corrió a ver como se encontraba, antes de que pudiera decir nada su barriga rugió.

- Debes tener hambre, llevas 4 dias durmiendo. -dijo con una risita amable.

- La verdad es que si, ¿me podrías traer algo de comer por favor? -preguntó Sam casi susurrando.

- Claro, ahora te traigo el desayuno, espero que te gusten las tostadas con mantequilla y el zumo de naranja, estamos un poco escasos de provisiones -dijo mientras se levantaba- cuando vuelva hablaremos de lo sucedido la otra noche. -añadió antes de salir de la habitación.

Sam se volvió a tumbar, se destapó para comprobar que todavía tenía pierna, efectivamente no había perdido la pierna pero tenía una gran cicatriz en el muslo. Se volvió a tapar, no hacía frío pero sentía la extraña necesidad de ocultarse, sentia mucha verguenza, estaba en una casa ajena, debilitada, con una manada que no conocía lejos de su territorio original. La puerta se abrió y vió a Rebecca entrar con una bandeja con zumo, tostadas y algo de fruta. Le acercó una mesita con ruedas que se apoyaba en un único pie lateral y la puso delante suyo, dejando primero que se sentara en la cama apoyando su espalda en el cabezal de madera oscura. Sam empezó a comer con prisas, enseguida se lo comió todo, se notaba que estaba famélica. Cuando acabó miró a Rebecca a los ojos y se quedó callada.

- Entonces, ahora que has comido vamos a hablar- dijo Rebecca seria.


*Bien mis queridos lectores, se que llevo mucho tiempo ausente pero apenas tenia inspiracion y menos todavia tiempo para escribir ya que los estudios ocupan la mayor parte de mi tiempo libre, no se cuanto tardare en escribir el proximo pero me gustaria no tardar un año en subirlo jajaja espero que os haya gustado esta parte y que sigais proponiendome ideas para ayudarme a subir capitulo mas amenudo*

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⏰ Última actualización: Dec 15, 2017 ⏰

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