Capítulo tres

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Mis manos rodean su diminuta cintura, su pecho está pegado al mío y noto como su corazón se acelera al contacto, sus manos agarran mis hombros mientras observa mi barbilla, esta jodidamente nerviosa, mis brazos jalan su cuerpo contra el mío y hund...

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Mis manos rodean su diminuta cintura, su pecho está pegado al mío y noto como su corazón se acelera al contacto, sus manos agarran mis hombros mientras observa mi barbilla, esta jodidamente nerviosa, mis brazos jalan su cuerpo contra el mío y hundo mi rostro en su cuello. Mi nariz roza la piel y siento como se estremece entre mis brazos. No sé lo que estoy haciendo, mi cuerpo actúa como si la música fuera la que mandara y no mi cerebro, el alcohol se ha apoderado de mí y de mis acciones.

De pronto se me olvida quien es la chica con la que estoy bailando, da igual, quiero besarla.

Beso su cuello, luego su mejilla, siento como su dulce aroma se mezcla con el olor a alcohol que emana mi aliento. Mis labios rozan la comisura de sus labios a punto de hacer contacto para terminar el beso ,pero entonces sus manos me empujan obligándome a separarme. Me tambaleo, todo me da vueltas. La chica esta parada frente a mi estática, tiene el cabello rojizo.

Mierda.

La reconozco, he estado a punto de besar a Gabriela.

-No así-es lo único que me dice antes de irse, no la entiendo, siempre le he gustado, siempre ha querido un beso y cuando estoy a punto de besarla se va.

Mujeres.

Sigo bailando solo en la pista, seguramente mañana me arrepentiré de lo que estoy haciendo pero no tengo la fuerza de voluntad para parar porque de todas formas la estoy pasando bien. Una chica morena se pone en mi camino y no dudo ni un segundo para ir por ella. La tomo del brazo para arrastrarla pero lo único que recibo es una muy fuerte cachetada en la mejilla.

Diviso la mesa en donde están las cervezas y voy por otra. Abro quizá lo que es mi sexta botella. Veo una puertecita en el fondo que lleva hacia una terraza, un traje negro con encaje esta encaramado en la reja de aquella. Mis piernas se mueven instantáneamente acercándose, en la terraza hay un par de parejas besándose y ella, que sigue mirando las luces de la ciudad. Me coloco con los brazos apoyados en el fierro mientras la observo de reojo, sus ojos están fuera de órbita y tiene sus mejillas muy rojas. Me ve y trata de darse la vuelta pero sus pies se enredan y tengo que atajarla para que no caiga al suelo.

Ambos nos reímos como idiotas, estamos muy borrachos.

-Cuidado.

Me quedo con mi brazo en su cintura y no puedo evitar compararla con la de Gabriela, está a diferencia de la otra es más grande y pronunciada. La chica pasa su brazo por mi hombro y con su otra mano acaricia mis labios.

-Eres lindo, Dániel. -una sonrisa se me dibuja para luego desaparecer- pero eres menor para mí.

Mis músculos se tensan para atraerla más a mí, los dos estamos muy borrachos por ende no somos consciente de lo que estamos haciendo, pero de todas formas nos dejamos llevar. Estampo mis labios con los de ella, el olor a alcohol se mezcla, ella abre su boca y aprovecho de meter mi lengua, todo es una mezcla de salivas y cerveza, Sasha entrelaza sus dedos en mi cabezo atrayéndome, no noto en su cuerpo nada de nerviosismo ni timidez como hace un rato si tenía el conejo y no tengo claro si eso me agrada o desagrada.

Un beso para GabrielaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora