Un beso para Gabriela

Capitulo veinticuatro.

Quizá me arrepienta con lo que estoy a puntos de hacer, pero es por el bien de mi salud mental. Nunca creí que yo terminaría con Sasha, pero necesito pensar, no quiero seguir lastimando a las personas, pero sobretodo no quiero seguir lastimándome a mismo. Las cosas con Sasha no están bien, de hecho, desde el principio nunca fue bueno. Estar con ella me hace sentir popular, visto por todos y su cuerpo es candente, sus besos me suben la temperatura, pero nada más que eso, es algo netamente de placer físico, en cambio con Gabi es diferente, estos últimos días cuando la veo el estómago se me revuelve y cuando toco sus labios hay algo especia que se enciende dentro de mí, incontrolable.

A veces la persona que realmente buscas está más cerca de la que tú crees. Solo espero que no sea demasiado tarde.

Las cosas que me dijo esa noche fueron duras y me lastimaron, pero en el fondo sé que aún me ama, eso no lo puede negar, trata de odiarme y alejarse de mí, pero no puede mentirse a sí misma, yo he dejado de hacerlo. Puede que esté siendo demasiado optimista, pero en el fondo lo sé, lo siento en mí.

Camino hasta donde esta Sasha guardando sus libros, a penas nota que me acerco se adelanta para darme un beso en los labios. Le respondo porque no me da tiempo para alejarme, pero de inmediato la alejo con mis brazos.

—Tenemos que hablar.

Ella alza sus cejas.

—Claro, dime. ¿Sabes? Estaba pensando que podríamos ir a una feria que se instaló hace poco, ¿Qué dices?

Niego con la cabeza. No habrá tiempo para ferias, ni nada, se acabó.

—Sasha—trago saliva— es algo importante.

—Bien, bien—rodea los ojos— ¿Qué es tan importante?

—Lo que pasa es que...—cierro los ojos— quiero terminar.

La miro, su mandíbula se ha tensado y arrugado su entrecejo, no le ha agradado para nada lo que le acabo de decir.

—¿Es broma?

—No, Sash.

Ella abre la boca, un par de chicas han escuchado nuestra conversación y han salido hablando por los pasillos, estoy seguro que en minutos toda la escuela sabrá esto, y por una parte lo agradezco, quizá así logra correrse la voz lo suficiente para que Gabi se entere de esto.

—¿Estas terminando conmigo pedazo de imbécil?

Encojo mis hombros.

—Si.

Su boca ahoga un grito, su mano se alza en mi dirección y siento el golpe en mi mejilla. Es la segunda cachetada en tres días.

—No me vuelvas a hablar en tu vida estúpido.

La chica pasa por al lado de mi hombro y tengo que apoyarme en la casilla para no caerme. Pese a todo este rollo me he sacado un buen peso de encima, necesitaba hacerlo, por mi ...y por ella.