Capitulo veintitres

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El corazón se me ha enloquecido, estoy nervioso, pero a la vez cegado por su aroma, mi boca abarca la suya, pareciera como si me la estuviera tragando. Nunca pensé que ella podría lograr hacerme sentir de esta forma, esto es tan extraño para mí, estoy besando a mi amiga de toda la vida y realmente lo estoy disfrutando. Ella está tan tímida bajo mi cuerpo, tiene sus dos manos aferradas a mi cabello atrayéndome a su boca como si no dejara que me alejara, si supiera que lo menos que quiero es eso, no esta vez.

Me separo solo unos segundos para desabotonar mi camisa, ella observa con deseo mi abdomen mientras yo creo enloquecer con su intensa mirada sobre mí, cojo una de sus manos que descansa sobre la cama y la hago recorrer desde mi pecho hasta antes de llegar a mi pantalón, su tímido contacto se siente jodidamente satisfactorio. Me alzo nuevamente para aprisionar su boca, pero ella de forma desprevenida corre el rostro.

—¿Qué pasa? —pregunto de inmediato.

Estábamos bien, por lo menos yo me ahogaba en toda esa pasión despampanante. Ella estaba volviendo a mí, de donde nunca debió alejarse.

Pero ahora su rostro dice otra cosa, sigue con la mirada fija en un mueble de la izquierda, y ha puesto una barrera de extremidades entre ella y yo. Entiendo que no quiera ir mas allá, puedo soportar eso, pero algo me dice que su inesperado rechazo no se relaciona con eso.

No me responde nada, ella se levanta y yo le dejo espacio para que pase sobre mí.

—Sera mejor que te vayas.

No lo puedo creer. Sus palabras ahora tan frías no permiten siquiera moverme, por si no se ha dado cuenta, nos hemos besado por segunda vez. Yo tenía razón, he dejado de importarle, la Gabriela de hace algunas semanas se hubiera derretido por un beso mío, ahora sin embargo me rechaza de una forma tan segura que creo que estallare en llanto en cualquier momento.

—No puedes pedirme eso—logro levantarme y quedar cerca, pero ella da unos cuantos pasos atrás, huye de mí—basta ,deja de hacer eso.

—¿Hacer qué?

—¡Alejarte mí!, ¿Por qué lo estás haciendo? ¡Eres cruel!

—No sé cómo tienes cara para decirme eso, tu siempre has sido cruel conmigo, siempre, Dan. Nunca te importo lo que yo sentía, ¿Por qué ahora yo debería preocuparme por ti?

—Porque aún me amas.

Ella pega una risita amarga que hace contraerse mi corazón.

¿Me ama, cierto?

Se queda callada, siento un alivio, su silencio me ha dejado en claro que aun siente cosas por mí.

—Eres tan arrogante. Un completo idiota.

—¿Por qué fuiste a mi casa el otro día?, ¿solo a devolverme la chaqueta?, no, admite que querías verme después del beso.

—Si —ella mira hacia cualquier lado evitando mis ojos—pero estabas bastante ocupado—hace una pausa— después de que no te importara nada nuestro beso creí que podríamos olvidarlo y volver a ser amigos, como siempre. Pero parece que no podemos, estás jugando conmigo y yo no te lo voy a permitir más.

Un beso para GabrielaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora