El profesor está sentado sobre las bancas del gimnasio de pierna encima mientras nosotros llevamos treinta minutos corriendo. Típico. A su lado se encuentra el conejo que después de dos días de reposo ya se encuentra mejor, aunque imposibilitada de hacer deportes. En estos momentos siento envidia de ella ya que el resto de la clase está muriendo. Yo he podido mantenerme constante, de hecho, creo que soy el menos cansado de mis compañeros, todo lo contrario de Ren, mi amigo a penas mueve las piernas para avanzar, es normal para su estado físico, sin embargo, el idiota de mi profesor le exige a él lo mismo que a lo demás.
Mientras voy resistiendo la zancada, Oliver Smit, el chico más desagradable de la escuela se me coloca a mi lado.
—¿Por qué no le trajiste un tanque de oxígeno a tu amiguito?— su aliento es realmente asqueroso. Quizá desde cuando que no se cepilla los dientes.
Su comentario llega a ser escuchado por el mismo Ren. Mi sangre comienza a hervir cuando escucho un par de risas.
Miro al profesor para ver si ha escuchado algo, pero el muy idiota ha ido a la bodega por los implementos deportivos y Oliver aprovecho la oportunidad para molestar.
—¿Desde cuándo no te lavas los dientes? —hago una mueca de profundo asco que no le agrada para nada.
—No sabía que las morsas podían correr.
Las risas estallan más fuerte esta vez. Miro a Ren, se ha parado y solo camina lento mientras los demás pasan por su lado corriendo y riéndose. Su mirada está perdida, cabizbaja, triste. El conejo se ha acercado para no dejarlo solo.
—¡Vamos, si no puedes correr entonces rueda, gordo de mierda!
Eso ultimo ha colmado definitivamente mi paciencia, no estoy dispuesto a aceptar ese tipo de burlas a mi mejor amigo. Me detengo en seco y tomo el cuello de su remera. Todos se detienen expectantes formando un circulo a nuestro alrededor.
—Te voy a romper la cara, idiota.
Oliver no es menos fuerte que yo, se logra zafar de mi agarre empujándome unos cuantos metros. Pero eso no me amedrenta y vuelvo a ponerme cerca de él, frente a frente. Los demás ponen una cara de preocupados, pero se en el fondo les gusta vernos pelear.
Hipócritas.—No te tengo miedo, Danielito. Ni a ti, ni a la morsa, ni mucho menos al esqueleto anoréxico ese.
Todos se quedan mirando a Gabriela, incluido Oliver que se le ha formado una sonrisa asquerosa. Ren toma la mano de Gabriela que está a punto de estallar en llanto.
—Uy que paso, ¿Te lastime?
Sin esperar, me lanzo sobre él, ambos caímos al piso dándonos golpes de un ir y venir de puños. Los demás nos animan, casi todos gritan mi nombre en apoyo, solo Ren y Gabi me suplican que me aleje.
Cuando aún no le he dado lo que se merece, dos manos me separan de mi contrincante. El profesor y un alumno de grado mayor se encargan de terminar la pelea.
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Un beso para Gabriela
Teen FictionDániel tiene tres cosas muy claras a sus dieciseis años. 1. Sasha es el amor de su vida. 2.Hay mucha diferencia entre Dániel y Daniel. 3.Gabriela es su amiga y jamás se va a enamorar de ella, jamás. #1 Caballos 24/07/2018