Capítulo dieciocho

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En todo el fin de semana no pude dejar de pensar en la discusión que tuvimos yo y Gabriela

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En todo el fin de semana no pude dejar de pensar en la discusión que tuvimos yo y Gabriela. Cuando recuerdo las cosas que dije me dan ganas de golpearme, fui realmente muy estúpido, tengo claro que me sobre enoje por una razón muy pequeña, me sentí extraño cuando vi a Alan besando a Gabriela y justifique eso con una estupidez. Ella tenía razón, le había agradecido por ayudarme en lo de química y después solo le grite diciéndole cosas muy feas.

He pasado estas últimas horas con una opresión en el pecho, no es para nada una sensación agradable, creí que el juego me ayudaría a desconcentrarme, pero la verdad que aun jugando no he logrado distraerme, Gabriela sigue en mi cabeza y no quiere irse.

Tiro mi control sobre la cama, resignado, es tercera vez que no logro ganar, incluso he bajado el nivel de "Alto" a "medio". Debería estar estudiando para el examen de mañana, pero no tengo ganas ni estoy del todo dispuesto a concentrarme.

Me levanto de mi cama, cojo una casaca de jeans con chiporro porque noto como los arboles fuera de mi casa se mueven con el viento y tengo que resguardarme del frio, además si mi madre me ve salir desabrigado pondrá el grito en el cielo.

Bajo del cuarto, en la sala están mis padres, cada uno esta vestido con ropa deportiva e imitando las posiciones que una instructora de yoga hace por la tv.

—Aoummmmmm.

—Voy a salir— los interrumpo.

—Abrígate—dice mi madre.

—Ya lo he hecho ¿Puedo usar tu carro, papá?

El niega con la cabeza aun con los ojos cerrados.

—Se averió esta mañana. Lo arregle, pero es preferibles que ocupes el de tu madre, la falla es crónica.

Titubeo un momento, no es que me guste usar el carro de mi madre, es mecánico y a veces se me olvida apretar el embriague, me da miedo reventar la caja de cambio.

—Prefiero de todas formas usar el tuyo, no soy buenos con los mecánicos.

Sin esperar, saco las llaves que están colgadas tras la puerta. Salgo de la casa y siento de inmediato la diferencia de temperatura, hay un frio que cala los huesos, me subo al carro de inmediato antes  que me de hipotermia.

Salgo a la carretera y esta vez no me dirijo a la casa de los Furnets, sino a Nel Creat, las escuelas particulares salen más tarde por lo que ella aun no ha salido de clases. Busco la dirección y la pongo en el GPS, necesito hablar con Gabriela y pedirle perdón para sacarme esta presión en el pecho.

Conduzco por lo menos cuarenta minutos, estoy atento al GPS porque no conozco muy bien esta ciudad. Llego por fin a la escuela, aparco el vehículo en uno de los estacionamientos, aun no se ve nadie así que supongo que todavía las clases no terminan. Me quedo mirando el lugar, es enorme, la estructura es un edificio antiguo pero muy bien cuidado, los alrededores no son más que tres canchas donde hacen deportes y también áreas verdes para pasar el rato, noto los distintos tipos de autos estacionados, todos de buena marca y bastantes caros.

Un beso para GabrielaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora