Capitulo veinticinco

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Tengo a Gabriela sobre mí, ambos estamos acurrucados en el asiento trasero del carro, su trasero esta sobre mis piernas mientras sus extremidades están a cada lado de mi cuerpo mientras con ambos brazos acorralo su cadera y la extiendo hacia mí. Su barbilla está apoyada en mi hombro izquierdo mientras que mi rostro está hundido en su suave y exótico cabello que huele a Champú. Mis labios siguen depositando pequeños besos en su cuello. Estar así es lo mejor del mundo.

Observo su mirada, esta pensativa mientras mira hacia la ventana como las familias se divierten en la feria. Cojo un mechón y se lo guardo tras su oreja para tener una vista mejor de su rostro. De inmediato dirige la mirada hacia mí y aprovecho de depositar un beso en la punta de su nariz.

—¿En qué piensas?

Ella encoje los hombros.

—Dime— insisto.

Titubea un par de segundos, pero al final termina hablándome.

—Todo esto es tan raro.

Si. Para mí también lo es, pero eso no significa que no lo disfrute.

Gabi se acomoda alejando su barbilla de mi hombro para mirarme fijamente.

—Lo es para mí también, pero ya no puedo resistirme más a ti, no lo sigas haciendo tú.

—Yo jamás lo he negado, Dan —hace una pausa— estoy muy confundida, no sé lo que sientes, ¿Por qué haces esto?, ¿es por Alan?

Bajo mis ojos, no quiero mentirle, quizá si estoy haciendo todo esto porque me siento demasiado celoso por él, también tengo miedo de que lo que sienta sea un capricho mío de no tener toda la atención de las personas. Me demoro en responder y ella lo nota, alza sus piernas para salirse de mi pero antes tomo su muñeca para impedir que se aleje.

—Te mentiría si digo que no es por Alan, tenías mucha razón cuando dijiste lo del niño y el juguete, cuando lo besaste ese día me descompuse por completo, me negaba a verte con él, me niego a hacerlo —hago una pausa—Gabi no sé si lo que siento por ti es amor, pero haces que mi corazón salte como un loco cuando me besas.

Ella niega con la cabeza y trata de zafarse de mi mano.

—No quiero dañar a nadie.

—No lo haces.

—Sí que lo hago, estoy saliendo con Alan y lo que estoy haciendo contigo está muy mal, tú también deberías respetar a tu novia.

—Por Dios, ¿Qué novia?, ¿Sasha?, terminamos.

Gabriela rodea los ojos, se ha vuelto a poner molesta, consigue alejarse de mí y ponerse en el asiento del piloto.

—Durante todos estos años me has dicho cosas muy feas, recuerdo cada palabra, te quiero, pero al mismo tiempo cada vez que te miro siento rabia.

Un beso para GabrielaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora