Capítulo 17. ¿Mala suerte?

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Capítulo 17. ¿Mala suerte?

Según Meredith, su viaje en el tren fue normal y tranquilo hasta que tuvo que ir al baño y se topó con unas dracaenaes. Ella había bebido unos seis vasos de agua, apenas se movía y sentía sus entrañas exigir desahogarse. Gritó, gritó llamando a Percy mientras apretaba los muslos y chocaba con todo en el pasillo del tren. Por lo menos su hermano llegó a tiempo, acabando con los monstruos y llevándola como saco de patatas a punto de orinarse de vuelta al baño. Ahí si fue la gloria, dejarse vaciar como si hubiesen pasado ochenta y cuatro años.

—Sí —murmuró luego de salir, secándose las manos contra sus pantalones. Percy le miraba ocultando la risa—. Eso fue magnífico.

—Muy bien, Meredith. Así se hace —no lo soportó más y dejó salir una enorme carcajada. Comenzó a imitarla, juntando los muslos y dando saltitos—. ¡Percy! ¡Percy, me orino, Percy! ¡Ayuda!

El rostro de Meredith se tornó colorado. Acercándose a él con pose amenazante le dio un puñetazo en el hombro. Cuando Percy chocó contra la pared miró perturbado a la joven. ¡¿Cómo demonios tuvo tanta fuerza?! ¡Si tiene unos puños esqueléticos!

—No te burles de alguien que casi se hace encima, Percy Jackson. El karma irá por ti —susurró con voz tenebrosa antes de comenzar su trayecto de vuelta al vagón con los otros.

—Tienes algo salpicado el pantalón.

—... Claramente es agua.

Se pasó el resto del viaje con cara de pocos amigos, luego de cambiarse el pantalón. El trío de semidioses que la custodiaba sofocaba las risas con una mano. Meredith gruñía de vez en cuando que el karma iría a por ellos tarde o temprano, por ser mala gente.

Sin pensarlo mucho se ató su chaqueta a la cintura, con aire distraído mientras miraba por la ventana. El tren ya se había detenido. Percy no lo soportó más y soltó su gran carcajada.

— ¿Volviste a mancharte?

—Largo —señala a la puerta, completamente roja. Troy también se había reído, Annabeth por lo menos se controlaba—. Todos afuera.

—Vamos, Meredith.

—Quiero que se vayan, malditos —sacude los pies, molesta—. O los ahogaré —notó la sonrisa ladeada llena de suficiencia por parte de Percy—. Tú no te salvas, a ti te quemaré en la hoguera.

—Mar, no te enojes... —comienza a decir Troy, pero la chica lo calla con una mirada.

—Vayan, adiós, se fueron. Chao —los empujó lejos y mientras los veía irse divertidos les gritó—. ¡Si no voy en diez o quince minutos, ni lloren en mi funeral!

— ¡Exagerada! —comentó Percy ante su advertencia, riendo.

—Precavida, más bien —murmuró tirando de uno de los brazos de su chaqueta. Volvió a mirar con interés dentro de su compartimiento—. Tendré algún pergamino y una pluma por aquí, haré mi testamento desde ya.

— ¿Me incluirás en él? —ante esa pregunta Meredith da un salto, golpeando todo a su paso, incluido James—. Si no quieres no importa, tampoco me golpees así.

Él se frotó un lado de la cabeza con media sonrisa. Meredith entró en pánico, dándose ideas para saltar por la ventana... Si tan sólo no estuviese atorada y ella tan débil.

—Uh... Claro... ¡Por supuesto! ¡A ti te dejo mis muñecos de acción! —dice, demasiado fuerte, con una risa escandalosa.

— ¿Tus Barbies?

—No seas idiota. Esas las entierran conmigo, son de colección —suelta algo indignada, aunque luego se sonroja hasta la punta de los dedos—. Quiero decir, yo no tengo Barbies, inepto.

Semidiosa y Bruja (S&B1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora