Capítulo 28. Las respuestas están en los sueños.

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Capítulo 28. Las respuestas están en tus sueños.

No tenía ni la más mínima idea de dónde debía dirigirse, Meredith estaba en blanco (más de lo que usualmente se encontraba) y eso comenzaba a desesperarla un poco. El tiempo corría, y mientras Leo y Piper aprendian lo básico de defensa fisica ella debía ingeniárselas para descubrir el punto exacto donde encontrar las flechas y el arco de Eros.

Las últimas noticias que recibió fueron los disturbios en California, pero nuevamente no tenía un lugar exacto. ¿Qué parte exacta de California? No lo sabía, la gente se volvía loca en toda su extensión. Los divorcios subían, las personas que se lamentaban en cada estación de radio porque estaban jodidamente enamoradas de alguien que no les correspondía. No es como si eso debiera ser eliminado por completo, ya que era algo normal el no ser correspondido, pero era algo a gran escala que comenzaba a exaltar a los mortales.

— ¡Son los extraterrestres! —decía el chico raro de la televisión.

Meredith se las ingenió para encontrar la televisión en la Casa Grande, se sentaba en el sofá mientras acariciaba a Doris y veía las noticias.

—Es obvio, están jugando con nuestras mentes —puso cara de loco mientras la reportera sonreía incómoda—. ¡El desamor es nuestro fin!

Salió corriendo mientras se quitaba la camiseta y dejaba a la vista su flacucho y pálido torso. Mar hizo una mueca y le tapó los ojos a su mascota.

—Demasiada televisión por hoy —murmuró y la apagó.

Estaba dirigiéndose hacia la salida cuando chocó con Dionisio. Él le miró con una ceja en alto mientras sujetaba un gran sándwich en la mano derecha.

— ¿Qué haces aquí, Marlin?

— ¿Marlin? ¿Qué demonios? —masculla, tartamudeando sorprendida porque seguía cambiándole el nombre—. Nada, sólo... buscaba información.

—Mientes... me haces daño y luego te arrepientes —señala hacia la salida mientras canta—. ¡Ya no tiene caso que lo intentes!

Meredith rueda los ojos mientras da zancadas fuera del lugar. Deja a su perra en el suelo, ya que Doris se la pasaba con Quirón mientras ella estaba en sus clases. Antes de salir vuelve a meter la cabeza.

— ¡No me quedan ganas de sentir!

Luego se dedicó a correr lejos, directo a su cabaña. El tiempo pasó hasta que al fin llegó la noche.

Eran las doce, Meredith no podía pegar un ojo gracias a la desesperación. Varias preguntas rondaban su cabeza: ¿Llevaría a mis nuevos a un viaje sin rumbo? ¿Los arriegaría así nada más?

No podría hacer eso, y sería un milagro si al despertar en la mañana supiera lo que debía hacer. Quirón le había dicho que las respuestas suelen estar en los sueños de los mestizos, pero sus sueños últimamente no le decían mucho, a menos claro que una lluvia de chocolates sea buen augurio; o soñar con James... Eso era terriblemente vergonzoso y real.

De pronto sus párpados comenzaron a pesarle, ya casi no podía con los monstruosos ronquidos de Percy, pero poco a poco dejó de escucharlos. Entonces cayó en un profundo sueño.

Las imágenes se presentaron ante ella de repente, era extraño, estaba en un lugar con apenas iluminación. Su trasero sobre una incómoda silla de madera, una bombilla moviéndose sobre su cabeza y sus manos sobre una mesa vieja. Era como una vieja película policiaca, solía verlas mucho de niña.

Maldición, su sueño de niña estaba haciéndose realidad. Aunque con papeles invertidos, ella parecía ser la que estaba a punto de ser interrogada en ese lugar.

Semidiosa y Bruja (S&B1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora