Capítulo 10

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Yoongi no estaba preparado para el recibimiento que le esperaba en Corea. Nadie fue a esperarlo al aeropuerto. Se había acostumbrado al anonimato en España, pero en su país era diferente. Casi como un acto reflejo, su cuerpo percibía como algo extraño tan poca notoriedad. La gente iba y venía a su lado sin prestarle la más mínima atención. De hecho, Alicia captaba más miradas por su pelo rubio y sus ojos azules. Juntas pidieron un taxi y se dirigieron a un hotel que Yoongi había reservado previamente. Con cada palabra que Yoongi pronunciaba en coreano, más alucinada dejaba a su amiga.

—No me puedo creer que hayas estado aprendiendo un idioma entero a mis espaldas.—Decía después de que Yoongi le diese la dirección al taxista.

—¿Es que ahora estudiar es un delito? —Contestó él entre risas.

—Claro que no, pero jamás has dicho nada. Últimamente parece que no te conozco. Hasta tienes un novio famoso...—Añadió cruzándose de brazos.

—Por millonésima vez: ¡no es mi novio!

—Ya... Y organiza todo esto para conocerte... Está claro que le gustas.

—Te aseguro que no.

Aquel debate no acabó en esa conversación, sino que se convirtió en el tema de fondo del viaje: Alicia estaba convencida de que Suga tenía intenciones ocultas. Incluso se veía con la misión de evitar que la engañase o se metiese en líos, ya que su amiga había demostrado no tener la cabeza en su sitio en los últimos días.

La habitación del hotel era amplia, con dos camas separadas. Alicia había insistido en eso ya que pedir habitaciones individuales le parecía excesivo y tendrían muchísimas cosas que contarse al ir a dormir. Llegaron a Corea la mañana del miércoles y, aunque no habían dormido apenas, la agitación por estar allí les hacía sentirse llenos de energía.

—¿Qué haremos primero?—Preguntó Alicia.

Yoongi consultó su móvil, aún quedaba un largo rato hasta que Lucía acabase el ensayo y pudiesen encontrarse en persona.

—Ven, hay un sitio que quiero enseñarte.

Dejaron las maletas en la habitación y bajaron a la calle. Era un día muy soleado, demasiado. Resultaba casi insoportable permanecer demasiado tiempo en la calle, así que Yoongi la llevó a una heladería muy conocida de Seúl. Casi todos los turistas hacían una parada obligatoria allí y él llevaba años sin poder poner un pie en el establecimiento por temor a sufrir una avalancha humana. Pero ahora podía. Estaba deseando hacer algo tan cotidiano como comerse un helado en público.

Alicia no salía de su estado de fascinación perpetuo por todas las cosas que sabía su amiga. Se movía por las calles de Seúl como si fuese una coreana más, reconociendo las tiendas y cafeterías más famosas y dándole datos curiosos a cada paso. Era como si hubiese contratado a una guía para aprender sobre la ciudad. Además, el lugar era maravilloso, la gente, el tráfico, los edificios,... todo parecía sacado de una película. Llevaba su móvil en la mano para inmortalizar las mejores imágenes.

—¡Lucía, vamos a hacernos una foto!

Yoongi accedió con alegría, aunque le cambió un poco la expresión al verse reflejado en la cámara frontal porque quien aparecía en la pantalla no era él. 

....

El ensayo de aquel miércoles se desarrolló con normalidad. Lucía había pillado mejor cada movimiento después de haberse expuesto al público en un concierto y tenía más claro lo que se esperaba de ella. Además, se sentía mucho más a gusto con los chicos de BTS y bromeaba con todos ellos. Sobre todo con Jimin, Jhope y RM. Ellos eran los que con más facilidad se reían de sus ocurrencias y a ella le encantaba que fuese así ya que era una oportunidad para tenerlos más cerca. Y su favorito de entre todos ellos, por supuesto, era Jimin. Él tenía la sonrisa más preciosa y sincera que había visto jamás y cada vez que escuchaba su risa se derretía por dentro. 

¡Devuélveme mi cuerpo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora