Capítulo 20

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Lucía despertó en un cuarto a oscuras, confundida. No parecía haber ventanas porque no se colaba en la habitación ni un rayo de luz. Buscó el interruptor y enseguida supo que no estaba en el dormitorio. A tientas logró dar con su teléfono e iluminó la estancia. Tardó unos segundos en reconocer el estudio de Suga, repleto de aparatos con los que creaba su música. Había dormido en el sofá y por el dolor que sentía en la espalda, no había sido un sueño placentero. Estaba tan desorientada que no lograba recordar cómo ni cuándo había llegado hasta allí.

Instintivamente tomó de nuevo el teléfono, en busca de mensajes, y percibió algo inusual. El móvil estaba cubierto por una funda llena de dibujos de unicornios. ¡Su funda de unicornios! Se puso en pie de un salto, mareándose un poco con el movimiento. Se miró las piernas, los brazos, el pecho, el pelo largo y castaño... No tenía cerca ningún espejo para mirarse así que utilizó la cámara frontal del teléfono. Era ella... Era Lucía. 

La sensación era como la que recorre todo tu cuerpo cuando tienes fiebre. Se sentó de nuevo para comprender cómo había sucedido todo y de pronto sus recuerdos eran vagos e inconexos, como si todo hubiese sido un sueño. Un escalofrío le recorrió la espalda y recordó a Namjoon, y el beso de tan sólo unas horas antes. ¡Por supuesto que no había sido un sueño! ¡Todo había sido muy real! Pero no tenía energía ni idea de qué hacer en su posición con todo lo que sabía.

Cuando recobró sus sentidos decidió que lo primero que debía hacer era salir de allí. Era muy temprano, tanto que no debía haber luz en la calle. Salió a hurtadillas del estudio, escondiéndose en cada esquina y ocultándose a los pocos que aún trabajaban o ya habían llegado a sus puestos a esas horas. No fue tan difícil como pensaba y pronto la envolvió la brisa matutina de la mañana. Ahora que era Lucía otra vez, sólo necesitaba escoger su primer destino.


......


Yoongi despertó por un remoto sonido en la habitación. No tenía el sueño ligero pero por alguna razón no estaba descansando bien. Aún en la cama, con los ojos ya completamente abiertos e intentando captar algo de la oscuridad, reconoció que aquellos ruiditos los hacían los petauros de Jin. 

Con el corazón acelerado se precipitó de la cama buscando cualquier cosa que le confirmase dónde estaba. Con la caída arrastró con él las sábanas y la montaña de pañuelos húmedos junto a la que dormía. Se puso en pie con torpeza y encendió el interruptor de la luz. En el espejo de la pared, por primera vez en mucho tiempo, reconoció a la persona que le devolvía la mirada. Era la misma que lo había acompañado durante 24 años. Era cierto que no parecía tener su mejor día: se veía ojeroso y despeinado y tenía los ojos hinchados de haber llorado.

—¿Qué haces? ¡Apaga la luz!—Gritó su compañero de cuarto.

Yoongi se acercó a su cama como si lo viese por primera vez, sin que le saliesen las palabras.

—¿Qué estás mirando? ¡Te he dicho que apagues la luz!—Jin, al observar más de cerca el rostro de Yoongi, que no le devolvía ninguna palabra, dijo:—Será mejor que te pongas las gafas de sol hoy para salir a la calle, anoche lloraste hasta quedarte dormido... ¿se puede saber qué te pasaba?

Las palabras de Jin sonaban poco delicadas pero realmente estaba preocupado. Así era como solía expresar que estaba ahí, por si quería hablar. A Yoongi le pareció tan familiar que no podía creer que hubiese estado alejado de él durante semanas. Pero lo había estado y un recuerdo claro y nítido crecía en su cabeza, sin dejarle espacio para pensar en nada más: Alicia.

Salió del cuarto a la carrera y sin apagar la luz, escuchando de fondo las quejas de Jin. Al parecer, había dormido con la ropa que había llevado el día anterior, por lo que ni siquiera pensó en cambiarse. Tomó su cartera, móvil y llaves y llamó a un taxi para presentarse en el hotel donde hasta el día anterior había compartido habitación con su compañera de viaje.

¡Devuélveme mi cuerpo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora